El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, consiguió un acuerdo con el Congreso para sacar adelante su plan de infraestructura, que tiene la premisa de reactivar la economía y crear nuevos empleos a partir del sector construcción.
«Hemos llegado a un acuerdo. Un grupo de senadores, cinco demócratas y cinco republicanos, se ha unido y ha forjado un acuerdo de infraestructura que creará millones de empleos en Estados Unidos«, sentenció Biden en la mañana de este jueves. El plan de infraestructura tendrá un presupuesto de US$1,2 billones.
El mandatario pasó los últimos meses intentando negociar su iniciativa que persigue el objetivo de robustecer la economía a través de la modernización de las vías, puentes y obras del país.
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Esa tarea no fue sencilla: demócratas y republicanos ajustaron semanas intentando negociar una propuesta. Este miércoles 24 de junio tuvieron un nuevo encuentro para discutir el asunto, pero las negociaciones siguen sin mostrar humo blanco.
Los acercamientos logran dar sus resultados, después las reuniones de los altos mandos de la Casa Blanca con un grupo bipartidista de senadores, en las que se esbozó un posible acuerdo que discutirían en persona con Biden.
Plan de infraestructura: los puntos de discordia
La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, detalló que el presidente espera recibir pronto, tal vez este fin de semana, a los senadores que lideran esa negociación, lo que resultaría como una manifestación de luz verde respecto a ese proyecto.
“Hay una vía en la que estamos avanzando en estas negociaciones bipartidistas. Y evaluamos, al concluir cada ronda, cuál debería ser el siguiente paso”, comentó Psaki.
En principio, Biden presentó una ambiciosa propuesta de infraestructura por US$2,3 billones como parte de su estrategia para reactivar la economía, que contempla inyectar fondos públicos para la construcción de obras, lo que fomentaría la recuperación de las empresas y el tejido laboral.
Los acercamientos con el Partido Republicano para conseguir votos en el Congreso a favor de la iniciativa no llegaron a buen término y el mandatario redujo la partida presupuestal a US$1,7 billones. Aún con esa reducción, las partes siguieron divididas, porque el partido opositor propone un plan por US$928.000.
Implementar un plan de gran envergadura en materia de infraestructura requiere fondos millonarios que podrían salir de la recaudación de impuestos, un asunto que deja una fractura marcada entre los dos partidos políticos de ese país.
Biden ha presentado una variedad de alternativas para financiar el proyecto como buscar que la gente pague una tarifa más alta y también aumentar la tasa corporativa.
“Pero la conclusión es bastante clara y sencilla para el presidente: ¿Le va a pedir a los estadounidenses que están tratando de ir a trabajar, de conducir sus autos al trabajo, dejar a sus hijos en la escuela, que paguen más a través del impuesto a la gasolina? ¿O deberían los más ricos pagar lo que deben en impuestos?”, cuestionó Psaki.
La Casa Blanca ha centrado su agenda legislativa en el plan de infraestructura y desde las organizaciones sociales comienzan a llegar críticas sobre los otros asuntos en la agenda del mandatario.
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