Cinco destinos poco concurridos para cerrar el año en medio de la naturaleza y cultura local

Hay opciones en Asia, Europa y el Caribe.

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Viajar en temporada alta suele ser sinónimo de aeropuertos llenos, calles y atracciones llenas y destinos que alcanzan su punto máximo de visitantes. Aun así, cada año crece la tendencia de viajeros que buscan justo lo contrario: lugares donde cerrar el año con calma, conectar con la naturaleza o la cultura local y disfrutar las fiestas a un ritmo más humano.

Para ello, hay una serie de destinos que ofrecen experiencias sin el estrés de las multitudes. Son rincones donde aún se puede caminar sin prisa, saborear la gastronomía local sin filas eternas y descubrir paisajes extraordinarios.

Con base en los millones de reseñas, Booking.com presentó cinco destinos para quienes quieren cerrar el año lejos del caos, pero cerca de paisajes inolvidables, buena comida y alojamientos.

Destinos tranquilos

Cangas del Narcea, Asturias, España: Es la versión más silenciosa de la Navidad europea; se pueden encontrar valles verdes que huelen a leña, bodegas familiares escondidas entre montañas y senderos que cruzan bosques.

Diciembre llega con cielos plomizos para refugiarse en casas de comida asturiana, probar fabada, visitar el Parque Natural de las Fuentes del Narcea o simplemente disfrutar del pueblo.

Para hospedarse, Parador de Corias es una buena opción, ya que es cálido y elegante, tiene claustros monumentales, spa interior, restaurante de producto local y habitaciones que miran hacia montañas que amanecen envueltas en neblina.

São Miguel, Azores, Portugal: En la mayor isla de las Azores, diciembre es sinónimo de naturaleza sin espectadores. Las lagunas volcánicas Sete Cidades y Fogo adquieren tonos aún más intensos, las piscinas termales de Furnas regalan baños tibios en días frescos y las rutas en coche serpentean por acantilados que terminan en océano abierto.

La isla vibra con una calma atlántica difícil de encontrar en pleno invierno europeo. Ideal para quienes viajan por paisajes que parecen postales cinematográficas y relajarse.

Caloura Hotel Resort es una alternativa para quedarse a dormir, pues está frente al océano, rodeado de vegetación protegida, con acceso directo al mar, áreas para descansar, senderos cercanos y habitaciones que enmarcan la fuerza del Atlántico.

Luang Prabang, Laos: En este lugar ubicado en el sudeste asiático, las calles están sembradas de templos budistas, mercados tranquilos y casas coloniales que iluminan la ciudad con tonos ocre cuando cae la tarde.

En diciembre, el clima seco invita a recorrer a pie, a visitar las cascadas Kuang Si, a navegar lentamente por el Mekong o a unirse con respeto al ritual matutino de entrega de ofrendas a los monjes.

Maydou Boutique Hotel, un hotel rodeado de jardines tropicales, construido en arquitectura laosiana tradicional, con piscina y habitaciones de madera, es una buena alternativa para hospedarse.

One66 Hotel en Luang Prabang, Laos. Foto: tomada de Booking.
One66 Hotel en Luang Prabang, Laos. Foto: tomada de Booking.

Bacalar, México: Es para quienes aman el Caribe, pero buscan una versión sin excesos. La laguna de los siete colores deslumbra con sus aguas transparentes que cambian del turquesa al azul profundo según la luz del día.

Los planes de diciembre incluyen remar en kayak al amanecer, nadar en cenotes, visitar el Canal de los Piratas o simplemente dejarse llevar por la vibra bohemia del pueblo, donde los cafés son tranquilos, los murales cuentan historias y la vida va despacio.

MBH Maya Bacalar Hotel Boutique, ubicado justo frente a la laguna, con muelle privado, espacios para descansar en silencio y restaurante de cocina local, es uno de los establecimientos recomendados.

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Ljubljana, Eslovenia: en diciembre, sus calles peatonales brillan con luces festivas, el río Ljubljanica refleja mercados navideños de escala humana y los cafés se llenan de conversaciones suaves, no de turistas apurados.

La ciudad es perfecta para recorrer a pie: visitar su castillo, explorar galerías, descubrir tiendas de diseño local y probar vinos eslovenos. Además, es base ideal para escapadas a paisajes alpinos, como el lago Bled, que en invierno se siente mágico.

One66 Hotel ofrece áreas comunes pensadas para descansar o trabajar, habitaciones luminosas y una ubicación estratégica ligeramente fuera del centro.