Colombia llegará a 2026 con un panorama económico de crecimiento moderado —entre 3 % y 3,3 % para los próximos dos años—, impulsado por el dinamismo del agro y el consumo de los hogares. Pero entre los debates sobre presupuesto, reforma tributaria y los desafíos fiscales, surge una voz que invita a mirar hacia otro frente igual de estratégico: el energético.
La presidenta de Naturgas, Luz Stella Murgas, lanza ante ello una advertencia clara: Colombia está parada sobre el gas natural, pero no lo está aprovechando con la urgencia que el país necesita.
En un contexto en el que la inflación de alimentos ronda el 6 % y el gasto público se ajusta, Murgas propone mirar hacia el subsuelo colombiano y al Caribe como fuentes reales de desarrollo. Explica que el país tiene recursos comprobados y potenciales suficientes para garantizar su seguridad energética, siempre que los proyectos se desarrollen con anticipación y se eliminen los cuellos de botella en licenciamiento y ejecución.
“Tenemos gas, lo que falta es decisión. Si no actuamos rápido, cada año dependeremos más del gas importado y eso golpeará directamente el costo de vida de los colombianos”, advierte.
Colombia: un país con gas, pero sin desarrollo acelerado
El diagnóstico de la presidenta de Naturgas es tan contundente como urgente. Según cifras del sector, las reservas probadas actuales alcanzan para 5,9 años, pero el potencial real es mucho mayor. En el mar Caribe colombiano, los hallazgos recientes —como el pozo Sirius, delimitado por Ecopetrol y Petrobras— confirman una capacidad de abastecer hasta el 45 % de la demanda nacional. Sin embargo, su entrada en operación está proyectada para 2030. Para Murgas, esa entrada en operación hay que adelantarla.
“Esa no debe ser la conversación. La pregunta es cómo hacemos para anticiparnos, cómo lograr que entre en 2028 y no en 2030. No podemos permitir que la demora en trámites frene proyectos estratégicos cuando tenemos el recurso disponible”, insiste. Su planteamiento es directo: Colombia no puede seguir pagando más por gas importado mientras tiene reservas sin desarrollar.
El país ya vive esa dependencia. Desde diciembre de 2024 comenzó a importar gas para cubrir la demanda de hogares, comercios, industrias y vehículos, un escenario que “no debe convertirse en una política pública permanente” cuando se poseen los recursos naturales para garantizar el autoabastecimiento. “La verdadera seguridad energética de Colombia no está en depender del gas de otros países, sino en desarrollar su propio potencial”, enfatiza.
Para ilustrarlo, recuerda el caso de Chile y Argentina. Chile, sin recursos propios, ha dependido de importaciones de gas argentino; pero a mediados de la década del 2000, cuando Argentina enfrentó una crisis energética y caída en la producción local se restringió más del 60% de las exportaciones a Chile y en 2011 se suspendieron totalmente a un país donde más del 50% de la electricidad se generaba con gas argentino. El resultado fue una enorme crisis energética en Chile. “Depender de otros siempre es un riesgo, incluso sin guerras ni conflictos geopolíticos. Por eso debemos fortalecer nuestra producción nacional”, señala.
Un energético del bienestar y la equidad social
Más allá de los balances técnicos, Murgas conecta el gas natural con la vida cotidiana de millones de colombianos. Lo describe como “el energético del bienestar” porque permite cocinar, calentar el agua, movilizar el transporte público e industrializar regiones enteras. Hoy más de 36 millones de colombianos usan gas natural, el 85 % de ellos en los estratos 1, 2 y 3. Sin embargo, aún 8,4 millones de personas viven en pobreza energética, sin acceso a energía eléctrica o gas, o con servicios de baja calidad.
La presidenta de Naturgas insiste en que no hay verdadera transición energética si se sacrifica la energía. En su visión, la sostenibilidad no se logra renunciando a los recursos, sino aprovechándolos de manera responsable. “La transición no puede construirse dejando a millones sin acceso a energía confiable y asequible. Debe ser justa, equilibrada y basada en los recursos que el país ya tiene”, afirma.
Esta posición cobra fuerza cuando se miran los indicadores de pobreza energética. Según estudios del sector, solo el 5 % de quienes cuentan con gas natural son considerados pobres energéticos, frente al 41,5 % de quienes no lo tienen. Para Murgas, el gas es más que una fuente: es una herramienta para reducir desigualdad y mejorar la calidad de vida. “Cuando una familia cambia la leña o el carbón por gas natural, mejora su salud, su tiempo y su bienestar. Es progreso en su forma más tangible”, recalca.
El gas natural, subraya Murgas es clave para la equidad, así como para la sostenibilidad. Es el combustible de transición por excelencia: emite menos CO₂ que el carbón o el diésel y respalda la generación de energías renovables, que dependen del clima que es intermitente. “No hay transición sin respaldo firme. El gas natural garantiza estabilidad, evita apagones y permite que crezcan las energías solar y eólica sin poner en riesgo el suministro”, explica.
De hecho, el World Energy Outlook 2024 de la Agencia Internacional de Energía coincide con esa visión: los países que avanzan hacia matrices más limpias necesitan fuentes confiables y flexibles, y el gas cumple ese rol. Para Murgas, Colombia puede aprovechar su posición privilegiada para ser un modelo regional: una nación con matriz limpia, seguridad energética y precios competitivos.
Obstáculos: licencias, consultas y falta de consenso
Pero alcanzar esa meta exige resolver problemas estructurales. Murgas señala tres: la lentitud en licencias ambientales, las demoras en consultas previas y la ausencia de consenso nacional sobre el papel del gas. “Tenemos que priorizar los proyectos estratégicos, destrabarlos y acelerar su ejecución. El problema de Colombia no es de recursos, es de coordinación”, afirma.
Propone crear un mecanismo efectivo para acelerar la ejecución de proyectos energéticos estratégicos, especialmente los de costa afuera como Sirius o los continentales con potencial de fracking controlado y sostenible. Este último, dice, podría quintuplicar las reservas probadas y asegurar la autosuficiencia energética por más de 30 años.
“Explorar nuevas áreas de manera sostenible, con los más altos estándares internacionales, no es una opción: es una obligación si queremos garantizar que las industrias, los hogares y el transporte sigan funcionando con energía confiable y competitiva”, enfatiza.
En este sentido, Murgas agrega que uno de los mayores errores de Colombia ha sido politizar la política energética. “El gas natural no es de un partido ni de un gobierno. Es patrimonio de todos los colombianos”, dice con firmeza. Su llamado es a construir una política pública de largo plazo que trascienda los ciclos políticos y asegure continuidad en exploración, inversión e infraestructura.
“Necesitamos directrices que no cambien cada cuatro años. La energía es bienestar, salud y calidad de vida. Si tenemos los recursos para garantizar un servicio confiable, seguro y competitivo, debemos actuar unidos para lograrlo”, señala.
Ese mensaje, asegura, debe permear tanto al próximo Congreso como al Gobierno: la seguridad energética no puede depender de la voluntad temporal de un gobierno, sino de una visión nacional sostenida en el tiempo. “Estamos hablando del bienestar de la gente, no de cifras o discursos. Y en eso el gas natural tiene un papel irremplazable”.
Al cerrar su visión, Murgas insiste en algo que parece obvio, pero que el debate público olvida con frecuencia: la energía es calidad de vida. Cuando se enciende una estufa, cuando un bus se mueve o cuando una industria produce alimentos, el gas natural está detrás.
“Garantizar que ese servicio llegue con confiabilidad y precios razonables no es solo una meta energética, es una meta social”, explica.
Y remata con una frase que resume su visión y su llamado al país:
“Colombia está parada sobre el gas natural. No aprovecharlo sería un error histórico. Tenemos el recurso, tenemos la tecnología y tenemos el deber de desarrollarlo para garantizar bienestar, equidad y seguridad para todos los colombianos.”
La industria redujo en 27,1 % sus emisiones de gases de efecto invernadero
Naturgas presentó los resultados del Informe de Huella de Carbono 2024 de la industria del gas natural, que evidencian una reducción del 27,1 % en las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), frente a la línea base registrada en 2022. Un avance confirma el compromiso del sector con la descarbonización, la eficiencia energética y la sostenibilidad ambiental del país.
El reporte destaca que, gracias a la implementación de medidas como la reducción de quemas y venteos, la detección y cierre sistemático de fugas, así como las mejoras en eficiencia energética, permitieron que la participación del gas natural en las emisiones totales de Colombia pasara del 1 % en 2022 al 0,75 % en 2024, que se traducen en menos emisiones y un mayor aporte a la meta nacional de reducción de Gases de Efecto Invernadero.
“Estos resultados confirman que la industria del gas natural está avanzando con paso firme hacia la descarbonización, demostrando que es posible reducir emisiones mientras garantizamos energía confiable y accesible para los colombianos. Este es el fruto del compromiso de las empresas del sector, que innovan, invierten y trabajan de manera articulada para contribuir a la meta de carbono neutralidad del país y mejorar la calidad de vida de las personas”, asegura Luz Stella Murgas, presidenta de Naturgas.