En fin de año, los corregimientos de Medellín ofrecen planes para desconectarse de la rutina y conocer historias que acompañan estos lugares.
El recorrido incluye montañas, caminos ancestrales y tradiciones campesinas de la capital de Antioquia.
Dentro de ese contexto, estos son los planes recomendados:
Santa Elena: naturaleza ancestral y cultura silletera

A solo 25 minutos del centro de la ciudad, Santa Elena emerge como “refugio verde”, donde se puede visitar el Parque Arví, con más de 54 kilómetros de senderos por bosques nativos y miradores, ideal para caminatas, avistamiento de aves y picnic sin costo.
Además, este corregimiento es cuna de la tradición silletera, que ya es Patrimonio Inmaterial de la Nación, y las fincas silleteras con sus cultivos están abiertas durante todo el año para compartir con locales y turistas toda la cultura ancestral y el proceso que hay detrás de cada silleta.
San Cristóbal: una vista de la ciudad desde el Alto de Boquerón

Desde 1600, San Cristóbal era conocido como “el reposadero”, pues su ubicación lo hacía un lugar de paso obligado para los arrieros que venían del occidente, y que empezaron a convertirlo en un lugar de descanso para ellos y sus mulas, en lo que hoy es el Alto de Boquerón.
A Boquerón se puede llegar por senderos y por vías vehiculares para tomar un chocolate caliente, mientras se miran las vistas de la ciudad. Además, en San Cristóbal también se puede recorrer el Puente Colgante Horacio Hoyos Zapata, patrimonio local del corregimiento.
San Antonio de Prado: aires campesinos de la ciudad

Caminar, montar bicicleta y visitar los cafés y restaurantes de la centralidad, son solo algunos de los planes que se pueden hacer en San Antonio de Prado.
Senderos como los que llevan al Alto El Silencio o El Chuscal ofrecen vistas panorámicas hacia las montañas, que conectan este corregimiento con Altavista o con otros municipios como Armenia Mantequilla o Heliconia.
Además, una parada en la centralidad también es considerado un plan “imperdible”, así como el parque principal, la variada oferta de comercio, restaurantes, cafés, entre otros.
San Sebastián de Palmitas: café y caminos ancestrales

Es el corregimiento que conserva más viva la tradición rural: es cuna del café, la caña y un sinfín de senderos en veredas como El Potrero, Urquitá o La Volcana.
Un plan muy recomendado es la caminata por el Camino del Virrey, una antigua ruta colonial que hoy hace parte de una zona de conservación que aporta a la biodiversidad y cuidado de recursos como el agua.
Altavista: más allá de miradores y cometas

Aunque históricamente ha sido reconocido como el menos rural de los corregimientos por su actividad en la industria ladrillera, la realidad del territorio va mucho más allá.
En Altavista, los visitantes pueden subir al Cerro de las Tres Cruces y disfrutar de un amanecer o un atardecer, recorrer el ancestral Camino de la Guaca, o visitar reservas como Ana Díaz, Manzanillo, El Barcino o el Ecoparque Las Cometas.




