El sueño del Flamengo de Brasil de tener un estadio propio y moderno ha tomado una nueva y costosa dimensión. Lo que en un inicio se proyectó como una obra de US$350 millones, ahora se estima en US$580 millones, un incremento de casi el 66 % sobre el presupuesto original.
Esta cifra estratosférica sitúa el proyecto entre los más caros del fútbol mundial y lo acerca a la inversión de otros colosos como el Estadio de Wembley en Londres, que costó alrededor de US$1.500 millones, o el icónico Santiago Bernabéu del Real Madrid, con una reforma de aproximadamente US$1.000 millones.
Los nuevos cálculos, presentados por la directiva del club ante el Consejo Deliberante de Flamengo, revelan una realidad financiera y logística mucho más compleja de lo que se había previsto. La administración anterior, que prometió la inauguración para diciembre de 2029, basó sus proyecciones en estimaciones poco realistas, según el informe de RRA Consultoria y FGV Conhecimento.
Este nuevo presupuesto de 3.100 millones de reales, que incluye US$410 millones solo para el estadio y sus áreas circundantes, refleja el verdadero costo de un proyecto de esta magnitud, al considerar variables cruciales como la inflación, los insumos y los imprevistos que no se tuvieron en cuenta inicialmente.
El diseño del estadio, concebido para albergar a 72.000 espectadores, también ha sido ajustado. Aunque la capacidad se mantiene, la proporción de asientos premium se redujo para corregir las expectativas de ingresos que la directiva actual calificó de «poco realistas«. La administración anterior había proyectado un precio promedio por entrada de US$36, más del doble del costo actual en Brasil, y la asignación del 30 % de los asientos a secciones VIP.
Estos datos, ahora en manos de la cúpula del club, buscan sanear las expectativas y establecer una ruta viable para la construcción del nuevo hogar del ‘Mengão’.
El principal obstáculo: La reubicación de Naturgy y la extensión de plazos
El retraso en la entrega del nuevo estadio, que pasará de 2029 a 2034, se atribuye principalmente a un obstáculo logístico de gran envergadura: la reubicación de la subestación de gas de la empresa Naturgy, que ocupa el 55 % del terreno. Mientras que el plan original estimaba que este proceso tomaría apenas cinco meses, Naturgy ha comunicado que su traslado, a un lugar aún por definir por la Alcaldía, podría demorar hasta cuatro años.
Así entonces, la construcción no podrá comenzar antes de seis o siete años, a lo que se sumarán tres años adicionales de obra, haciendo «completamente irreal» la fecha de inauguración prometida. A corto plazo, el club se concentrará en negociar con el Ayuntamiento la reubicación de la subestación, demoler y limpiar el área, y cerrar acuerdos con entidades clave como la AGU y Caixa Econômica Federal.
Para comprender la magnitud del proyecto, mientras que el nuevo estadio de Flamengo superará los US$580 millones, el costo de construcción o remodelación de los principales escenarios colombianos palidece en comparación.
Por ejemplo, el estadio Metropolitano de Barranquilla, el de mayor capacidad del país con 46.000 espectadores, fue construido en 1986 por un valor de $1.800 millones de la época, una cifra que, aunque significativa, no se acerca ni remotamente a las inversiones actuales.
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Por su parte, el proyecto para la construcción del nuevo estadio en Bogotá, que se ubicará en las inmediaciones del actual Estadio El Campín, representa una inversión de 2,4 billones, lo que equivale aproximadamente a US$500 millones.
Al comparar los proyectos de Bogotá y Flamengo, se evidencia una diferencia significativa en la inversión y la complejidad. Mientras el estadio de Flamengo tiene un costo proyectado de US$580 millones y una capacidad para 72.000 espectadores, la obra en Bogotá asciende a US$500 millones con una capacidad ligeramente menor (50.000).