Gasto público ha aumentado 15 veces más que los ingresos en el gobierno Petro: CARF

Juan Sebastián Betancur, director técnico del Comité Autónomo de la Regla Fiscal (CARF), habló de una incoherencia estructural en las finanzas del país.

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La economía colombiana muestra indicadores de recuperación innegables, como la reducción del desempleo y una mayor confianza general. Sin embargo, estas buenas noticias en el corto plazo ocultan una alta dependencia del gasto público para impulsar el crecimiento.

Juan Sebastián Betancur, director técnico del Comité Autónomo de la Regla Fiscal (CARF), habló de una incoherencia estructural en las finanzas del país con ingresos limitados y un gasto alto que ya genera alertas este martes durante el evento del Observatorio Fiscal de la Universidad Javeriana, en conversación con Valora Analitik.

Hace unos días, el CARF publicó sus proyecciones de déficit fiscal, pero parece que no hay buenas noticias…

En opinión del CARF, el déficit primario es una variable fundamental y quisiera enfatizar mucho su importancia porque el balance primario lo que muestra la salud de las finanzas públicas, en la medida en que refleja cuál es el equilibrio entre ingresos y gastos excluyendo el pago de intereses, así como la capacidad que tiene un gobierno para honrar esas obligaciones operativas y algunas inversiones. Cuando esos ingresos alcanzan a financiar los gastos fijos y algunos de inversión, uno está bien. Cuando ese no es el caso, uno tiene un déficit primario y la única manera de financiarlo es con deuda. No hay otra manera, igual que en una casa: si yo quiero comprar un apartamento y para eso me endeudo, bien, pero si yo voy a estar endeudándome para pagar el mercado y el arriendo, eso es un campanazo.

¿Cuál es la lectura del CARF de cómo llegamos a esta situación?

En Colombia ha habido una incoherencia estructural en la dinámica entre ingresos y gastos, eso no es del último año ni de los últimos dos años. Los ingresos han crecido 0,3 puntos del PIB en un contexto en que los gastos han crecido 4,5 puntos del PIB entre el 2019 y el 2024, esto es 15 veces más. Un análisis que hicimos recientemente en el comité muestra que los ingresos han seguido la tendencia histórica que se traía hasta la hasta antes de la pandemia, a pesar de que se han hecho reformas tributarias. Los gastos han crecido 2,5 puntos del PIB por encima de esa tendencia, se nos dispararon.

¿En cuáles rubros crece más el gasto?

Los tipos de gastos que más han crecido respecto de la pandemia son Sistema General de Participaciones (SGP), pensiones y salud. Esos tres cheques, que son casi la mitad del presupuesto total, son constitucionales. Si queremos como país cambiar esos tres cheques, hay que cambiar la Constitución. Hay unas inflexibilidades muy estructurales que implican que el Gobierno y el Congreso acuerden unas decisiones difíciles, dolorosas, pero que son necesarias. Hay otros aspectos que han crecido, como la inversión, que este año va a ser bastante más alta de lo que estaba previsto en nuestras estimaciones o el déficit del fondo es de estabilización del precio de los combustibles.

Justamente los temas en los que este Gobierno hizo reformas… ¿Las modificaciones en esas leyes pueden corregir ese gasto altamente inflexible?

Sobre esas reformas hay un montón de dimensiones que un actor de política pública debe tener en cuenta. Yo, por el mandato legal que tiene el CARF solo voy a hablar de lo fiscal. En el frente puramente fiscal, esas tres reformas están direccionadas hacia aumentar el gasto fiscal, ninguna está direccionada hacia reducirlo. Hay un déficit estructural en Colombia y una diferencia grande entre ingresos y gastos quitando el costo de los intereses. Y la perspectiva es que, si nos quedamos cruzados de brazos, ese boquete se va a abrir aún más. Más nos vale que el país y las autoridades competentes tengan las discusiones que se requieren, que no son fáciles, son difíciles, pero que son absolutamente necesarias si queremos tener un escenario de sostenibilidad fiscal. El reto es que como Colombia no tiene historial de insostenibilidad fiscal, es difícil convencer a la gente de que ese escenario es tan catastrófico.

¿Qué opciones tiene el Gobierno ahora que se cayó la ley de financiamiento para ajustar el desbalance a través de mayores ingresos?

El CARF no tiene mandato para dar recomendaciones puntuales de qué manera de subir ingresos o de qué manera bajar gastos. La norma dice que si se cayó la ley de financiamiento y se aprobó un presupuesto que ahora queda desfinanciado, el gobierno muy temprano en enero tiene que reducir el gasto. El año pasado hubo la misma situación porque había otra ley de financiamiento que tampoco se aprobó y el gobierno aplazó $12 billones de gasto que no se han recortado. En el comité lo que hemos dicho es: más allá de los $16,3 billones que no se aprobaron en la ley de financiamiento y que habrá que aplazar o recortar, faltan $37,6 billones. El monto que es necesario, no para para cumplir con la Regla Fiscal que está suspendida, no para estabilizar la deuda pública, sino para llegar a la meta que el mismo Gobierno se trazó se necesita un ajuste en total de $37,6 billones.

¿Han identificado desde el CARF cuáles son los impuestos o los frentes donde el Gobierno tiene mayor probabilidad de aumentar el recaudo?

El tema de la gestión de la DIAN, sin duda es importante. Ha dado muestras de ser efectivo en muchos países, pero eso toma tiempo. Hay que hacerlo, indiscutiblemente. Y Colombia ha hecho apuestas en el pasado, no es la primera vez que hablamos de gestión de la DIAN, y en alguna medida ocurrió. Pero uno no puede pensar que de la noche a la mañana se van a conseguir $20 billones o $30 billones. Colombia debe pensar el ajuste fiscal en dos dimensiones: liquidez y solvencia.

¿Qué lectura hacen ustedes de esa posibilidad de ajustes en un año electoral?

Nosotros desde el CARF dijimos que la ley de financiamiento tenía varios elementos técnicamente válidos desde nuestro punto de vista. El Congreso de la República ya se pronunció y decidió archivar el proyecto. Creo que el principal valor del CARF es que no está modificando análisis en función del ciclo político. Nosotros lo que decimos es: si Colombia no hace un ajuste pronto, el dolor va a ser más grande. Habrá unas decisiones que hay son difíciles que habrá que tomar, pero que si no se toman nos dejarían a todos nosotros en una situación peor.

¿Por qué enfocarse en el déficit primario si el pago de la deuda es tan significativo?

Lo importante de la deuda es que se pueda pagar. Hace 10 años $1 de cada $6 de recaudo por impuestos se iba al pago de la deuda. Hoy en día es $1 de cada $3 y si la deuda sigue creciendo, serán $1 de cada $2. Yo no estoy diciendo que Colombia esté en ese punto de no poder pagar todavía, pero sí estoy diciendo que, si no hacemos las medidas que se tienen que hacer, podríamos llegar a una situación así. Colombia nunca ha tenido un problema fiscal de crisis, de impago de su deuda la historia reciente y, por supuesto, esperamos que evitemos esos escenarios.

¿Pero estamos cerca de tenerlo?

Yo no quiero especular, eso depende de muchas fuerzas de mercado que son difíciles de simular. No pienso que Colombia hoy esté en una situación en la que no pueda honrar sus obligaciones financieras. De lo que sí estoy convencido es que ese desbalance tan grande que existe entre ingresos y gastos solo es consistente con un crecimiento sostenido de la deuda. Si eso no se corrige, en algún momento en el futuro, no sé cuándo, llegará el punto en el que será inviable el pago de los intereses.

En medio de esta coyuntura, la gente tiene más capacidad de gasto, el desempleo ha venido bajando, la percepción es de mayor confianza, pero desde el frente fiscal más bien todo parece alarmante. ¿Cómo leer esas dos caras?

Hay varios indicadores de corto plazo que están mostrando una fortaleza económica y eso es innegable. La economía se ha recuperado de manera importante, más fuerte que en otros países. Pero la composición importa y lo que se ha recuperado del consumo privado y público. Si la economía colombiana no tuviera consumo público, no estaría creciendo al 2,8 % sino al 2 % y la aceleración respecto del año pasado no sería como de 1,5 puntos porcentuales, sino de 0,5. La pregunta que hay que hacerse es: ¿es sostenible que el consumo público siga impulsando de esa manera la economía? Si hay un ajuste de ingresos y de gastos para que la deuda deje crecer, probablemente sí. Pero ese no es el caso hoy en día, en el escenario actual no es sostenible que el consumo público siga aportándole tanto crecimiento.