Opinión | Vivir más tiempo, el nuevo reto financiero de los colombianos

Hoy, solo uno de cada cuatro adultos mayores en Colombia logra mantener estabilidad económica en la vejez.

Compártelo en:

Por: Andrés Herrera, vicepresidente de Inversiones de Colfondos

Colombia está viviendo un cambio demográfico sin precedentes: la esperanza de vida supera los 77 años, según el DANE, y podría acercarse a los 89 años hacia finales del siglo XXI, de acuerdo con proyecciones de la CEPAL. Vivir más tiempo es un logro social, pero también un desafío económico de gran magnitud: garantizar ingresos suficientes para financiar décadas adicionales de vida después del retiro.

Este fenómeno, conocido como la “transición de la longevidad”, transformará la estructura laboral, el consumo y el ahorro del país. Hoy, solo uno de cada cuatro adultos mayores en Colombia logra mantener estabilidad económica en la vejez, una brecha que pone en evidencia la urgencia de fortalecer la planeación financiera de largo plazo y fomentar el ahorro desde edades tempranas.

A medida que la población envejece, el ahorro interno se convierte en un factor determinante de estabilidad macroeconómica. Los fondos de pensiones obligatorias privados, que administran más de 19 millones de afiliados y recursos cercanos a $465 billones, canalizan buena parte de ese ahorro hacia la inversión productiva, aportando profundidad al mercado de capitales y dinamismo al crecimiento del país.

La rentabilidad real promedio del sistema pensional privado ha sido de 4,6 % anual durante los últimos 20 años, una de las más altas entre los países de la OCDE. Este desempeño refleja no solo una gestión técnica y diversificada, sino también la importancia de entender la inversión como una estrategia de sostenibilidad, más que como un fin en sí mismo.

La longevidad, sin embargo, introduce tres tensiones estructurales: mayor duración del retiro, presiones inflacionarias y volatilidad global de los mercados. Primero, si una persona se jubila a los 62 años y vive hasta los 85-90, requiere que su ahorro rinda mucho más tiempo. Segundo, los efectos de la inflación erosionan el poder adquisitivo de esos recursos. Tercero, los ciclos de corrección de mercados exigen que los instrumentos financieros no se diseñen pensando en plazos de cinco a diez años, sino en, por lo menos, tres décadas.

Para los gestores institucionales de ahorro, este escenario obliga a una estrategia activa: portafolios diversificados que incluyan renta variable y fija, instrumentos internacionales y alternativos, y una gestión del riesgo de largo plazo. Pero el asunto trasciende el nivel técnico. Que los colombianos puedan convertir esa longevidad en bienestar depende también de una cultura de planeación financiera mucho más madura. En Colombia, a pesar de los avances, persiste un bajo nivel de ahorro voluntario y una considerable dependencia de los regímenes obligatorios.

Más allá de administrar recursos, los fondos de pensiones son gestores de ahorro a largo plazo que promueven estabilidad y confianza en los mercados. Su labor consiste en invertir con visión técnica, diversificada y responsable, siempre orientada a maximizar el bienestar futuro de los afiliados y la sostenibilidad del sistema. Y convertir la longevidad en bienestar sostenible será, sin duda, el gran desafío financiero de Colombia en los próximos años.