Si hay un nombre que no es ajeno para los coleccionistas, ese es el de los Funko Pop.
Las pequeñas figuras de vinilo dominaron durante años el mercado con sus versiones de personajes icónicos. Pero ese reinado que parecía incuestionable parece que ha comenzado a tambalearse.
Para entender cómo este producto de culto comenzó a ‘perder el brillo’, le presentamos un recuento de los hechos que marcaron el auge y descenso de la marca que convirtió la afición en un negocio multimillonario.
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El inicio de una era
Funko Inc. fue fundada en 1998 por el coleccionista de juguetes Mike Becker. Aunque la empresa empezó a ganar algo de tracción con el tiempo, su popularidad realmente estalló en 2011 con el lanzamiento de su línea Pop! Vinyl.
Y es que, más allá de vender figuras de cabezas enormes y cuerpos diminutos, el verdadero atractivo del modelo de negocio estuvo en adquirir licencias para recrear a referentes de la cultura pop con su estilo propio.
Personajes de películas, series, videojuegos, cantantes o deportistas… todos tenían potencial para ser ‘funkeados’. Para 2019, la lista ya superaba las mil referencias y el valor de mercado de la marca rondaba los US$980 millones.
El éxito de Funko continuó en ascenso por dos años más. En 2021, la pandemia propició un ‘boom’ y la compañía alcanzó ventas récord de US$1.000, un aumento del 58 % sobre el año anterior. No obstante, como ocurrió con muchos negocios de la época, la burbuja se desinfló.
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Sobreproducción y caída en ventas de Funko
Si bien en el último trimestre de 2022, Funko logró un aumento de sus ventas del 29 %, los gastos de operación aumentaron un 78 %. De ahí que se tomara la decisión de destruir US$30 millones en figuras.
La razón también estaba asociada a que el inventario creció un 48 %, con un total de US$246,4 millones en juguetes almacenados. Esta medida corroboró que la firma estaba produciendo material por encima de sus posibilidades, saturando el mercado y mermando considerablemente su margen de beneficio en un segmento en donde la escasez es una ventaja.
Pero la cosa no se quedó ahí. La presentación de los últimos resultados financieros de la empresa fue lo que realmente encendió las alarmas.
Funko reconoció en su último informe trimestral que existen «dudas sustanciales» sobre su capacidad para continuar operando los próximos doce meses. De acuerdo con el reporte, las ventas trimestrales cayeron un 14,3 %, mientras que la deuda total ya se ubica en los US$241 millones.
La crisis que atraviesa la marca responde a la baja demanda del mercado minorista, el exceso de inventario y el impacto de los aranceles en su cadena de suministro internacional. De manera que, para hacerle frente a la situación, la compañía informó que viene trabajando en un plan de contingencia para evitar la quiebra, el cual incluye una modificación de su contrato de crédito con JPMorgan Chase para ganar tiempo y refinanciar la deuda.




