En un giro inesperado, el fútbol argentino se enfrenta a un cambio histórico: el Gobierno de la Nación ha confirmado que la Televisión Pública no comprará los derechos de transmisión para el Mundial de la FIFA 2026, que se disputará en Estados Unidos, Canadá y México. Con esta decisión, se interrumpe una racha de 51 años de transmisiones ininterrumpidas que se remonta a Alemania 1974.
La medida, según una alta fuente oficial, es puramente económica y no política. «No vamos a gastar 7 palos verdes en fútbol», sentenció la fuente a un medio local. Los US$7 millones que costaría la adquisición de los derechos representan una cifra que, bajo la actual política de austeridad, se considera un gasto excesivo. Esta cifra, aunque significativa, es muy inferior en comparación con los cerca de US$10 millones que se invirtieron para el Mundial de Qatar 2022, sin contar los costos operativos de trasladar a un numeroso equipo de periodistas y técnicos.
Aunque en el pasado la Televisión Pública Argentina ha sido un actor clave, ofreciendo acceso gratuito a los partidos, el Gobierno actual ha optado por priorizar la contención del gasto. Un antecedente reciente y claro de esta política fue la no transmisión del partido de la Selección Argentina contra Chile en septiembre de 2024, por no haber logrado un acuerdo con las empresas que poseen los derechos de emisión.
Si bien en el pasado la transmisión del Mundial 2022 generó ingresos publicitarios por alrededor de US$12 millones, lo que supuso un balance positivo en términos de ingresos, una parte de esa publicidad provino de organismos y empresas estatales, lo cual generó controversia. Esto demuestra la complejidad financiera detrás de estos eventos, que a menudo implican un flujo de dinero entre distintas dependencias del mismo Estado, en lugar de ser una fuente de ingresos netos para la televisión pública. La decisión para 2026 busca cortar de raíz esta dinámica y liberar ese capital.
Un golpe a la historia y al “acceso universal”
Más allá de las cifras, la noticia representa un quiebre en una tradición de más de medio siglo. Para los argentinos, la Televisión Pública ha sido históricamente la ventana para seguir a la Selección Nacional en el torneo más importante del fútbol mundial. En algunas ediciones, como en el pasado, fue la única opción disponible para que millones de personas, especialmente en zonas rurales o de bajos recursos, pudieran ver a su equipo competir en el escenario global.
En ese sentido, el acceso universal a la cultura y el deporte, un principio que ha guiado a la emisora estatal, se ve comprometido. La decisión abre el camino a un panorama donde la transmisión del Mundial podría quedar exclusivamente en manos de la televisión privada, con sus respectivas suscripciones y barreras de acceso.
No obstante, el Gobierno ha dejado una puerta abierta, ya que se dio un plazo hasta diciembre de este año para reconsiderar su postura. Por ahora, el Mundial 2026 se perfila para ser un torneo sin transmisión estatal, una novedad que marcará un antes y un después en la forma en que los argentinos vivirán la máxima fiesta del fútbol.
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Para la sociedad argentina, la Televisión Pública siempre ha sido un pilar en la transmisión de los eventos deportivos más significativos. En el Mundial de 1978, por ejemplo, el canal estatal fue la ventana que unió al país con la obtención de su primera Copa del Mundo. Se dice que, en aquel entonces, el costo de la tecnología para la transmisión a color fue un hito en la historia de la televisión argentina.
Con el tiempo, la Televisión Pública se consolidó como el canal del pueblo para los grandes partidos, ofreciendo una alternativa gratuita y accesible a los canales de cable y servicios de ‘streaming’ de pago.