Con la llegada del 2023, llega una nueva temporada escolar en la que los padres de familia tendrán que comprar los útiles escolares para sus hijos.
Así mismo, hay que recordar que hay algunos de estos útiles que las instituciones educativas no podrán exigir a los padres.
Dicho lo anterior, empresarios del sector de papelerías y útiles escolares afiliados a Fenalco Bogotá Cundinamarca manifiestan que el incremento del dólar, la inflación, la escasez a nivel mundial de materias prima, sobrecostos en transporte y presiones sobre el entorno logístico han impactado de manera directa la fabricación, distribución y comercialización de los útiles escolares.
Según el Comité del Sector de Papelerías, “los costos para nuestra industria se han elevado entre un 35 % y un 43 % frente a la temporada escolar de hace un año; no obstante, el consumidor final ve reflejado un incremento entre 15 % y el 18 %, coherente con la inflación que estamos viviendo”.
Frente a este panorama, un padre de familia en Bogotá puede invertir en promedio $350.000 para la compra de útiles escolares, que no incluye los textos o libros.
Por su parte, es de aclarar que este valor varía dependiendo de la cantidad de productos, marca, lugar donde se compre, y del curso, para preescolar podría estar alrededor de $360.000, para primaria $222.000 y para bachillerato un promedio de $412.000.
Advertencia a los padres de familia en la compra de útiles escolares
Fenalco Bogotá hace un llamado a los padres de familia para comprar marcas reconocidas en lugares de confianza.
Juan Esteban Orrego, director del Gremio, asegura que “se debe desconfiar de los útiles escolares que están con un precio muy por debajo del promedio, y que por lo general se venden en la calle, pues en muchos casos terminan siendo productos falsificados, de contrabando y fabricados con materiales de dudosa procedencia”.
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Los útiles escolares que más falsifican son lápices, colores, bolígrafos, marcadores, seguido de cuadernos y carpetas plásticas.
Además, esta práctica representa pérdidas de hasta un 25 % para los papeleros legales y una disminución de hasta 80 % en el rendimiento de los productos.
El líder gremial agregó que “son productos que no tienen un control mínimo de calidad, así que los ciudadanos son engañados al comprar un lápiz que esperan sea útil, pero en realidad viene con la mina quebrada, que se desmorona o que sólo viene a la mitad; Incluso se han detectado útiles escolares contaminados con plomo, o con niveles altos de Ftalatos, un producto químico y plastificante que en países como Estados Unidos fue prohibido para la fabricación de artículos para bebés y niños”.