La FIFA ha anunciado un cambio radical en su modelo de venta de entradas para el Mundial 2026, implementando por primera vez un sistema de precios dinámicos. Este método, que ajustará el costo de las boletas en función de la demanda en tiempo real, marca un punto de inflexión en la accesibilidad a un evento que, por naturaleza, congrega a millones de aficionados de todo el mundo.
El precio de las entradas para los partidos de la fase de grupos partirá desde los US$60, mientras que las boletas para la final podrían alcanzar un precio máximo inicial de US$6.730, lo que representa un aumento de más del 400 % respecto al precio de la final de 2022 en Qatar.
Esta nueva estrategia busca maximizar los ingresos y, según la FIFA, competir con el mercado de reventa no oficial. Para ello, se lanzará una plataforma oficial de reventa sin límites de precio, lo que podría convertir el acceso a los partidos más codiciados en una puja económica.
La primera fase de venta se llevará a cabo mediante un sorteo exclusivo para titulares de tarjetas Visa, del 10 al 19 de septiembre de 2025, donde se pondrá a disposición un millón de entradas. Sin embargo, la adopción de este sistema ya ha generado críticas por el riesgo de encarecer el acceso para los aficionados promedio.
Un modelo importado del Super Bowl y otras ligas de Estados Unidos
El sistema de precios dinámicos es una práctica común en grandes eventos deportivos en Norteamérica. Un ejemplo emblemático es el Super Bowl de la NFL, donde los precios de las entradas pueden fluctuar drásticamente.
En 2024, el precio promedio de una entrada para la final de la NFL se situó en aproximadamente US$8.000, una cifra que refleja la alta demanda y la naturaleza de precios ajustables del evento. Comparar los precios de la final del Mundial (US$$6.730) con los del Super Bowl (US$8.000) pone en perspectiva la escalada de costos que los aficionados del fútbol podrían enfrentar.
La FIFA argumenta que este modelo no siempre resulta en precios más altos y que, de hecho, puede beneficiar a los consumidores si la demanda disminuye. No obstante, en un evento de la magnitud del Mundial, la demanda es históricamente constante, lo que sugiere que las fluctuaciones serán casi exclusivamente al alza.
Esta estrategia no solo busca capitalizar la alta demanda, sino también combatir directamente a los mercados de reventa no oficiales, que a menudo venden boletos a precios exorbitantes. A pesar de esto, la FIFA establece que el mercado de reventa oficial no tendrá un límite de precios, lo que podría resultar en un encarecimiento notable.
La excepción mexicana a la regla
Una curiosidad notable sobre este sistema de venta de entradas se encuentra en México. A diferencia de lo que sucederá en el resto de los países anfitriones (Estados Unidos y Canadá), la FIFA, en colaboración con la Profeco (Procuraduría Federal del Consumidor), ha establecido un segundo canal de reventa. Este canal tiene como objetivo garantizar que las entradas puedan ser revendidas al precio original, sin sobrecostos.
Esto se debe a la estricta legislación mexicana que busca proteger a los consumidores contra la especulación. Esta excepción se basa en la preocupación por la accesibilidad y el impacto del precio dinámico en los aficionados, y demuestra que el modelo no puede aplicarse de manera uniforme en todas las jurisdicciones.
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Esta medida genera un debate sobre si el fútbol, un deporte con raíces populares, se está volviendo cada vez más inaccesible para la base de aficionados que lo sostiene.
La FIFA busca maximizar sus ganancias en un torneo que, se prevé, batirá récords de asistencia y audiencia, pero queda por ver si el costo de los boletos terminará por excluir a una parte importante del público. La primera fase de ventas, en septiembre de 2025, será un indicador clave de cómo este nuevo modelo impactará a los futboleros.