Las acciones de Puma han experimentado un repunte significativo, un ascenso del 4,2 % que contrasta drásticamente con la caída de más del 50 % que la compañía alemana ha sufrido en el último año. Este inesperado giro se produce tras la sugerencia de un analista de DZ Bank, Thomas Maul, de una posible fusión con su histórico rival, Adidas.
A pesar de que el propio Maul califica la operación como «no viable» en la actualidad, el rumor ha sido suficiente para que los inversores recobren la confianza y el valor bursátil de Puma alcance su nivel más alto en casi dos semanas.
La situación de Puma no es sostenible a largo plazo. En la primera mitad de 2025, la compañía ha reportado pérdidas netas de 246,6 millones de euros, una cifra alarmante si se compara con los beneficios de 129,3 millones de euros obtenidos en el mismo periodo del año anterior.
Este declive financiero, que se suma a la drástica devaluación de sus acciones, ha generado inquietud entre los inversores, con figuras como Roy Adams, cofundador del inversor estadounidense Metronuclear, exigiendo una mejor consideración para los pequeños accionistas.
Pero la crisis de Puma no es un fenómeno aislado. En un mercado global de ropa deportiva cada vez más competitivo, la empresa ha visto cómo sus rivales han logrado sortear mejor los vientos en contra. Por ejemplo, en 2024, Puma registró un crecimiento de ventas del 4,4 % a nivel global, alcanzando 8,8 millones de euros. Sin embargo, este aumento no se tradujo en una mejor rentabilidad, con el resultado operativo (EBIT) estancado.
Este escenario contrasta con el de competidores que han logrado traducir el crecimiento en un aumento de sus beneficios, demostrando una gestión más eficiente de sus costos y una mejor capacidad para monetizar su expansión.
El juego de ajedrez corporativo y los gigantes asiáticos
La familia Pinault, a través del grupo de lujo Kering, posee el 28,7 % del capital de la empresa, una participación crucial que les otorga una influencia decisiva sobre cualquier decisión estratégica. De hecho, ante la mala salud financiera de la marca del ‘felino’, la familia Pinault evaluó la posibilidad de vender sus acciones en el verano de 2025.
Los posibles compradores incluían a gigantes chinos como Anta Sports Products y Li Ning, así como a fondos de inversión de Estados Unidos y de Oriente Próximo.
Sin embargo, en un movimiento que sorprendió a los mercados, la familia Pinault descartó la venta, argumentando que el valor actual de Puma en Bolsa no refleja su «valor real». Esta decisión estratégica indica que los principales accionistas no están dispuestos a aceptar una pérdida y que, a pesar de las dificultades actuales, creen en el potencial de la marca.
Puma y Adidas fueron fundadas por los hermanos Rudolf y Adolf Dassler, respectivamente, después de una acalorada disputa familiar que llevó a la división de la empresa original de la familia. Esta rivalidad, que se mantuvo durante décadas, se convirtió en una de las más icónicas en el mundo del deporte.
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Mientras los rumores y las especulaciones sobre la fusión y la venta continúan, Puma enfrenta una realidad económica compleja. La compañía ha revisado a la baja sus perspectivas para el resto de 2025, esperando ahora una caída en las ventas en porcentaje de dos dígitos y una pérdida para el año completo.