Bancolombia revisó al alza sus previsiones económicas, anticipando para 2026 una aceleración en el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) para del 3,2 % que es 20 puntos básicos más alta que la revelada hace unos meses (3 %).
Esta cifra no solo implicaría un repunte frente al 2,9 % anticipado para 2025, sino que también posiciona al banco en el rango más optimista de las proyecciones de los analistas, que han estimado crecimientos en torno al 3 % y el 2,8 %.
Según Laura Clavijo, directora de Investigaciones Económicas de Bancolombia, un crecimiento del 3,2 % se ubicaría ligeramente por encima del potencial de la actividad en Colombia.
También explicó que el impulso principal provendrá del fortalecimiento del consumo, producto de la resiliencia del mercado laboral y la robustez de los ingresos por remesas del exterior.
Por sectores, recreación, cultura y entretenimiento seguirán siendo el principal motor del crecimiento, con una variación proyectada del 8,8 % en 2026, que implica una leve desaceleración frente al 9,5 % estimado para 2025. Según la entidad financiera, el consumo de experiencias se mantiene resiliente, impulsado por factores como la Copa Mundial de Fútbol y las dinámicas atípicas de los años electorales.
Otro sector que se consolida como un jalonador es el de comercio, transporte, alojamiento y comidas. Solo la actividad de comercio, que pesa un 17 % del PIB, podría expandirse hacia un 6 % en 2026, mostrando dinamismo en la demanda de bienes duraderos, semiduraderos y hasta en vehículos (híbridos, eléctricos y motocicletas).
Del mismo modo, el agro crecería un 3,5 % en 2025 y un poco menos en 2026, dado que, aunque el sector ha gozado de bonanza, buena calidad de cosechas y precios internacionales favorables, será difícil mantener el ritmo de los últimos años.
En contraste, aunque la industria revertirá la tendencia negativa de 2024, el crecimiento proyectado para 2026 es de 1,8 %. Por su parte, la construcción estaría levantando «tímidamente la cabeza» en 2026 con un crecimiento del 1,3 %, tras un 2025 todavía negativo. Finalmente, la minería continuaría en terreno contractivo, con una contracción estimada de -3,4 % en 2026 dado el menor volumen de producción.
Desde otra perspectiva, la inversión fija mostrará señales de recuperación, especialmente en industria y construcción, aunque se mantendrá por debajo de su promedio histórico. El sector público también aportará al crecimiento gracias al espacio de gasto adicional que permitió la activación de la cláusula de escape de la Regla Fiscal.
Desafíos macroeconómicos: inflación y déficits
A pesar del optimismo en el crecimiento, Bancolombia subraya que persisten desafíos importantes en materia de inflación y sostenibilidad fiscal.
En primer lugar, la inflación anual continuará su desaceleración gradual, cerrando 2026 en 5 %. Esta previsión, revisada al alza, significaría que el indicador se mantendría por sexto año consecutivo por encima del rango de tolerancia del Banco de la República.
El comportamiento anticipado se explica por las presiones persistentes en los precios de los servicios y el efecto de indexación derivado del aumento estimado del salario mínimo para el próximo año, después de que el Gobierno indicara su intención de hacer un ajuste significativo.
Para anclar las expectativas, Bancolombia anticipa que el banco central mantendrá una postura monetaria altamente contractiva. Se proyecta que la tasa de interés de política, tras cerrar 2025 en 9,25 %, aumente en tres ocasiones durante 2026, alcanzando el 10 % al final del año.
En segundo lugar, se prevé que el déficit fiscal del Gobierno Nacional Central (GNC) se ubique en 6,5 % del PIB. Este desbalance responde a que la recaudación tributaria crecerá por debajo del gasto programado.
Esto sumado a un mayor déficit comercial producto del fortalecimiento de la demanda interna, ya que las importaciones crecerán a un ritmo superior al de las exportaciones. Así, el déficit de cuenta corriente aumentará hasta el 2,9 % del PIB en 2026. Aunque se mantendrá por debajo de los promedios históricos, la sostenibilidad fiscal y la vulnerabilidad externa dependerán de la racionalización del gasto y los esfuerzos para atender los riesgos.
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