Bosques, transición energética y financiamiento: los acuerdos que dejó la Cumbre Amazónica en Bogotá

La cita en la Casa de Nariño dejó más de treinta decisiones, desde la transición energética hasta el reconocimiento de los sistemas productivos indígenas.

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En la Plaza de Armas de la Casa de Nariño, con la Amazonía en el centro del debate, los jefes de Estado y delegaciones de los países que integran la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) sellaron compromisos y ajustaron su estrategia de cara a la COP30.

La cita de noviembre en Belém, Brasil, será —como advirtió el presidente Luiz Inácio Lula da Silva— “la COP de la verdad”: un escenario en el que los países amazónicos no solo reclamarán compromisos globales más ambiciosos, sino también recursos concretos que permitan mantener el bosque en pie.

El encuentro en Bogotá fue, en esencia, la reafirmación de declaraciones anteriores, pero con un matiz distinto: más que repetir discursos, los mandatarios buscaron demostrar capacidad de coordinación política y técnica frente al escenario global. La apuesta pasa por mejorar la comunicación en las fronteras, articular posiciones y presentarse como un bloque cohesionado ante el resto del mundo.

En la lista de acuerdos figuran temas como: frenar la deforestación, impulsar una transición energética justa, enfrentar la minería ilegal y la contaminación por mercurio, reconocer los sistemas productivos sostenibles de comunidades rurales e indígenas, y consolidar un Fondo de Bosques Tropicales que será lanzado en Belém como bandera financiera de la región.

Del lado colombiano, Gustavo Petro logró anotar un punto diplomático al ser anfitrión de una cumbre. La reunión contó con presidentes, vicepresidentes, cancilleres y con representantes indígenas y de la sociedad civil amazónica.

Presidente Gustavo Petro y presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva
Presidente Gustavo Petro y presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. Foto: Presidencia.

El documento final adoptado en Bogotá tiene más de 30 decisiones, sin embargo, la verdadera prueba será en Belém, donde la OTCA buscará demostrar que no puede haber transición energética ni justicia climática sin financiamiento estable y sin reconocer el papel central de las comunidades locales.

La declaración fue clara: los países amazónicos llegarán unidos a la COP30 para defender el “pulmón del mundo”, sentarse a negociar con las potencias más ricas y exigir que el valor de mantener viva la selva se traduzca en compromisos financieros verificables.

Lula fue la voz más incisiva: “ya estamos hartos de promesas”, lanzó, al advertir que las COP suelen concluir en largas declaraciones y pocos hechos. El mandatario brasileño pidió que en Belém se definan responsabilidades concretas: quién pone el dinero, quién asume las metas y quién garantiza el cumplimiento. “Si cada uno hace su parte, podremos llegar a 2035 con resultados reales”, insistió.

Con tono crítico, Lula subrayó que esta COP tendrá un carácter inédito: no será en París ni Dubái, sino en plena Amazonía. “Queremos que el mundo vea la selva, sus ríos y a los pueblos que allí viven”, dijo..