El fin de año suele asociarse con compromisos cumplidos. Sin embargo, esa tranquilidad puede ser engañosa, cuando el optimismo de la temporada lleva a relajar decisiones claves para el bolsillo.
Esos deslices, que se empiezan a hacer visibles en enero, generalmente son producto de un flujo de gastos descuidado y una mala administración de los ingresos adicionales que llegan en diciembre.
Para evitar dolores de cabeza, un informe de la firma de consultoría Crowe Co identificó cuáles son los errores más frecuentes que suelen pasar inadvertidos al despedir el año y qué explica la razones por las que los inicios de año tienden a ser más difíciles en materia financiera para algunos.
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Siete ‘banderas rojas’ financieras
- ¿Todo llega puntual?: el reporte señala que el principal descuido durante las fiestas de cierre de diciembre es que el presupuesto personal dependa de que todas las prestaciones de la temporada lleguen en la fecha prevista. Esto debido a que si se presentan retrasos, las personas tienden a recurrir a solicitar avances en la tarjeta de crédito o adelantos en efectivo, lo que se traduce en deudas para el inicio del año.
“Cuando una persona necesita crédito para cubrir una demora de un pago, el problema no es el retraso, sino que el presupuesto ya estaba operando al límite”, explica Wilmar Alzate, socio de auditoría de Crowe Co.
- Dinero extra, gastos extras: la prima o los ingresos adicionales de diciembre suelen generar una falsa sensación de amplitud financiera. En ese orden de ideas, en lugar de fortalecer el ahorro o anticipar gastos del próximo año, muchas personas aumentan el consumo sin un plan claro. El resultado es que enero llega sin colchón y con obligaciones intactas.
- Financiar compras grandes sin medir sus efectos futuros: en diciembre gastos asociados con celulares, electrodomésticos o viajes pueden parecer manejables. No obstante, estos pueden convertirse en una carga cuando las obligaciones principales aparecen, como el pago del arriendo, las matrículas estudiantiles, etc.
- Depender de una sola fuente de ingreso: los hogares que viven exclusivamente de un salario pueden quedar expuestos ante cualquier retraso, ajuste o gasto inesperado. De manera que, sin un ingreso alterno o un fondo de respaldo, cualquier imprevisto se traduce rápidamente en deuda. “Incluso familias con ingresos altos pueden estar financieramente vulnerables si no cuentan con reservas o fuentes alternativas. La estabilidad no la da cuánto se gana, sino qué tan preparado se está para una interrupción”, destacó Alzate.

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- Subestimar las obligaciones del primer trimestre: pagos como el predial, el impuesto vehicular, el SOAT, las matrículas escolares (incluida la compra de útiles, libros y uniformes), entre otros, suelen dejarse “para después”. Sin embargo, estas obligaciones llegan cuando el dinero disponible es menor y coinciden con otros gastos fijos.
- El uso desmedido del crédito: cuando este se utiliza para el pago de obligaciones frecuentes, este deja de convertirse en un salvavidas para formar parte de la rutina. Pero, lo que se tiende a pasar por alto es que las tasas altas, los intereses crecen más rápido, lo que empieza a pesar en el bolsillo.
- Aplazar decisiones financieras importantes: ajustar gastos fijos, renegociar deudas o aumentar el ahorro suele posponerse “para enero”. El problema es que en ese mes llega con menos ingresos disponibles y más compromisos, lo que reduce el margen para corregir a tiempo.




