La escalada de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y Canadá, impulsada por la retórica y los aranceles impuestos por el presidente Donald Trump, está generando un efecto devastador en la industria del golf del norte de Estados Unidos.
Lo que alguna vez fue un flujo constante de turistas canadienses que cruzaban la frontera para disfrutar de los campos de golf se ha convertido casi en un milagro, causando una crisis financiera a las empresas que dependen de este segmento del turismo. Los datos son contundentes y reflejan un profundo resentimiento por parte de los canadienses, que se traduce en un golpe directo a la economía estadounidense.
Un ejemplo dramático de esta situación es el Malone Golf Club, un campo de 36 hoyos en el norte de Nueva York. Scott Delair, su gerente general, reportó en una videollamada que, en un solo día, se vio obligado a cancelar unas 4.400 rondas de golf, un número que evidencia la magnitud del boicot.
El modelo de negocio del club se basa en el turismo canadiense y, de las 7.000 a 8.000 rondas anuales que solían vender con paquetes de alojamiento, ahora proyectan no superar las 1.000.
Pero el problema no es un caso aislado. El New York Golf Trail, una asociación que agrupa a 26 campos, ha experimentado un desplome del 38 % en sus ventas este año. Las cifras son aún más alarmantes al analizar específicamente las reservas de canadienses, que han caído un 83 %.
Estos datos, revelados en una reunión de la Asociación Nacional de Propietarios de Campos de Golf (NGCOA), son un reflejo de un resentimiento que el director ejecutivo de NGCOA Canadá, Jeff Calderwood, describe como «profundo», mencionando que se han traicionado «décadas de respeto mutuo». Esta reacción subraya que la confrontación no es solo económica, sino que afecta a la percepción de la relación bilateral.
El declive del turismo canadiense: Cifras que alarman
Más allá del golf, el boicot canadiense se extiende a otros sectores. Datos recientes sobre cruces fronterizos y el uso de teléfonos móviles canadienses en Estados Unidos muestran una disminución de entre el 24 % y el 30 % en las visitas. Cada viaje transfronterizo en carro representa un gasto de aproximadamente US$1.000 por persona, un monto que deja de inyectarse en las comunidades locales y que afecta directamente a los campos de golf de Nueva Inglaterra y Nueva York.
Una encuesta a los miembros de la NGCOA en Estados Unidos reveló que el 88 % de los propietarios de campos de golf espera que los aranceles de Trump en Canadá tengan un impacto leve o significativo en sus negocios. Esta cifra muestra la preocupación generalizada dentro de la industria.
Lo que para unos representa un declive, para otros es una oportunidad. Curiosamente, mientras los campos de golf sufren, los ubicados en el lado canadiense de la frontera están experimentando un auge. Según Calderwood, los campos canadienses están en camino de superar sus cifras del año pasado, que ya habían sido muy buenas.
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El impacto es tan significativo que las empresas estadounidenses están buscando soluciones alternativas. El Malone Golf Club, por ejemplo, está promoviendo el club entre los habitantes del sur del estado de Nueva York.
Aunque estas iniciativas están produciendo «pequeños triunfos», no son suficientes para compensar la caída de ingresos del 20 %. Esto evidencia la dependencia histórica de la industria del golf en la región respecto al turismo transfronterizo.