Un nuevo informe del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF) reveló que la entidad pronostica que el crecimiento económico en América Latina se mantendrá sólido en 2024, que será el más alto de los últimos 10 años (exceptuando año post-Covid), luego de las sorpresas positivas en los principales países este año.
La entidad destacó en su reporte que, si bien la tensión geopolítica se ha intensificado en todo el mundo, la región seguirá beneficiándose de factores como su condición de productor mundial clave de materias primas, su ubicación estratégica lejos de conflictos importantes y el reequilibrio de los flujos de capital hacia los mercados emergentes.
En medio de la reorganización de la cadena de suministro global, el sólido crecimiento en los principales socios comerciales como Estados Unidos y China también impulsará las economías latinoamericanas.
“Una dinámica de desinflación favorable y una alta credibilidad de los bancos centrales permitirán una flexibilización sustancial de la política monetaria, proporcionando apoyo adicional. Así, proyectamos el crecimiento latinoamericano más fuerte en una década, dejando de lado el shock del Covid, un 2,1 % el próximo año. El pronóstico es superior al consenso en la mayoría de los países, particularmente Brasil y México. Dados sus estrechos vínculos con Estados Unidos y su política económica estable, México se beneficiará aún más de la deslocalización.
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Más expectativas del IIF sobre el PIB de América Latina
La principal excepción a esta tendencia es Argentina, donde la profunda recesión seguramente continuará después de años de inflación descontrolada impulsada por políticas expansivas. “Pero las luchas de Argentina son en su mayoría ‘idiosincrásicas’ esta vez y contienen el riesgo de contagio en toda América Latina. Excluyendo a Argentina, nuestra proyección de crecimiento para América Latina para 2024 está muy por encima del consenso: 2,5 %”, explicó el IIF.
No obstante, advierte que un factor de riesgo clave en toda la región es la presión generalizada del gasto público en medio de una deuda elevada y mayores demandas sociales, lo que eventualmente conduce a primas de riesgo más altas. Los países que actúen rápidamente para enviar señales políticas positivas a la inversión privada estarían en mejor posición para aprovechar al máximo las oportunidades que ofrece la crisis en el nuevo panorama geopolítico global, señaló.
¿Y Colombia?
El IIF destacó un aparte a las economías andinas, pues después de una fuerte desaceleración este año, la actividad en Colombia y Chile debería verse respaldada por los precios de las materias primas y por instituciones económicas estables, ya que el endurecimiento de las políticas ha reducido las presiones de sobrecalentamiento. Además, la reducción de la inflación y las tasas de interés más bajas mejorarán las perspectivas de crecimiento.
Si bien se espera que los bancos centrales de Brasil, Chile y Perú actúen con más fuerza que los de México y Colombia, donde el proceso de desinflación es más duro, las condiciones monetarias generales se volverán progresivamente más favorables. “Es crucial observar el riesgo fiscal, que refleja una mayor presión de gasto y una elevada deuda en medio de múltiples necesidades sociales, ya que podría desacelerar el ciclo de flexibilización de la política monetaria previsto, lo que pesaría sobre el crecimiento”, agregó el IIF.
Por último, advierte que el levantamiento de las sanciones estadounidenses a Venezuela fomentará los ingresos de divisas, aliviando las restricciones externas vinculantes, aunque el efecto sobre la producción de petróleo probablemente será gradual.
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