Qatar, así como otros países del mundo árabe, quiere seguir siendo uno de los actores principales de la industria del deporte. La nación organizadora del Mundial 2022 ha presentado recientemente su candidatura para recibir los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de verano 2036, aspirando a volverse el primer país de esta región del mundo en llevar a cabo una cita olímpica.
Para concretarlo, Qatar ya cuenta con el 95% de la infraestructura necesaria y ha establecido un “plan nacional integral para garantizar la preparación al 100% de todas las instalaciones”, tal como lo explicó el presidente del Comité Olímpico Qatarí, el jeque Joaan bin Hamad Al Thani.
La ciudad anfitriona para los Juegos de 2036 sería la capital, Doha, y el Estado árabe afirma que, “así como el camino hacia la organización del Mundial 2022 fue de enrome crecimiento, el camino hacia 2036 se cimentará sobre esa base con un nuevo legado: un logro que corona los esfuerzos de Qatar por desarrollar habilidades y crear oportunidades económicas para toda la población”.
El legado del Mundial 2022: Cimientos millonarios para la ambición olímpica
La ambición de Qatar por organizar eventos de este nivel no es nueva. El país ya demostró su capacidad organizativa y su inmenso poderío económico al acoger la Copa Mundial de la FIFA 2022. Para este torneo la inversión total en infraestructura fue realmente colosal, superando los US$200.000 millones durante más de una década. Este monto no solo cubrió la construcción de los ocho estadios de vanguardia que impresionaron al planeta, sino también el desarrollo de una red de metro de última generación, nuevas carreteras, hoteles de lujo y ciudades enteras como Lusail.
Y es entonces que, gracias a esta infraestructura de “clase mundial”, Qatar centra su argumentación principal para su candidatura hacia los Juegos Olímpicos 2036. El hecho de contar con el 95% de las instalaciones necesarias ya construidas tras la inversión del Mundial de fútbol, reduce significativamente los costos de capital iniciales que otras ciudades candidatas tendrían que asumir. Sin embargo, albergar una cita olímpica sigue requiriendo una inyección económica sustancial en aspectos operativos, de seguridad, tecnológicos y una recaudación de las sedes existentes, lo que podría sumar otros miles de millones de dólares.
Si bien las cifras exactas de inversión proyectadas para el 2036 aún no se han hecho públicas en detalle por el Comité Olímpico Qatarí, se estima que el presupuesto operativo podría rondar entre los US$5.000 y US$10.000 millones, sumado a posibles mejoras y gastos imprevistos. Esta estrategia de reutilización y adaptación que propone Qatar, alineada con la Agenda 2020+5 del Comité Olímpico Internacional (COI), busca hacer los Juegos más sostenibles, pero no exime al anfitrión de una importante movilización de recursos.
Un proyecto a largo plazo
La apuesta por los Juegos Olímpicos es parte de una estrategia a largo plazo, la Visión Nacional de Qatar 2030, que busca diversificar la economía más allá de los hidrocarburos. El deporte se ha convertido en una herramienta fundamental para atraer turismo, inversión extranjera y proyectar una imagen moderna y abierta al mundo, consolidando a Qatar como un ‘hub’ global para grandes eventos.
Con estas inversiones estratégicas y un enfoque en el «legado» de sus mega eventos anteriores, Qatar busca no solo la gloria deportiva, sino también beneficios económicos duraderos. La posibilidad de ser el primer país de Medio Oriente en organizar unos Juegos Olímpicos sería la joya de la corona en su ambiciosa estrategia de poder blando.
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Los qataríes rivalizarán para albergar la cita olímpica en 2036 con otros países que están en la terna: Turquía, India, Indonesia y Chile ya han confirmado candidatura, mientras que Arabia Saudita, Corea del Sur, Polonia, Egipto, Italia, Alemania, Dinamarca y Canadá han mostrado su interés en los Juegos de 2036, pero no la han oficializado. Asimismo, Madrid sería otra de las interesadas en presentarse.