El pádel ha pasado de ser un pasatiempo de nicho a una fuerza imparable en el mundo del deporte, y en ningún lugar esta transformación es tan evidente como en Colombia. Mientras que en Europa el deporte está consolidado y en países como Argentina forma parte ya de un evento social y cultural, en Colombia se ha convertido en un fenómeno de crecimiento vertiginoso y, más importante aún, en una oportunidad de negocio sumamente rentable.
Y es que las cifras no mienten: el país se ha posicionado como un mercado de alto valor, atrayendo a inversionistas y a un nuevo perfil de jugador que está redefiniendo el panorama deportivo local.
El auge del pádel en Colombia es una historia de crecimiento exponencial. Desde 2021, el número de canchas en el país se ha multiplicado por más de seis, pasando de aproximadamente 25 a más de 150 en 2024. Este ritmo de expansión, aunque parte de una base pequeña, es un claro indicador de una demanda que no para de crecer.
Pero el verdadero impacto del pádel en Colombia no se mide solo en el número de canchas, sino en la rentabilidad que genera. En 2024, las reservas de deportes de raqueta en el país superaron los $54.000 millones, lo que equivale a unos US$13,5 millones. De esta impresionante cifra, el pádel no solo fue el líder, sino que lo hizo con una ventaja abrumadora, representando un 93% de los ingresos totales. Esto demuestra que, a pesar de tener menos canchas que el tenis o el bádminton, el pádel domina el mercado de los deportes de raqueta en nuestro país.
El alto valor que los colombianos le otorgan a este deporte se refleja en los precios: mientras que, en Madrid, con más de 15.000 pistas, el alquiler por jugador es de unos 5 euros (cerca de $21.000), en ciudades como Cartagena el mismo servicio puede costar hasta $184.590, casi nueve veces más. Esta diferencia de precios es una anomalía económica que destaca la fuerza del mercado colombiano, donde la alta demanda y la oferta aún limitada permiten a los clubes operar con márgenes de ganancia significativamente más altos que en mercados maduros.
Colombia se proyecta como potencia: Sigue los pasos de referentes como España y Argentina
La popularidad del pádel en Colombia se inscribe en una tendencia global. Italia, por ejemplo, ha sido la gran sorpresa en Europa, irrumpiendo con una fuerza tal que ha superado a muchos otros países en la construcción de infraestructura. Se proyecta que el país transalpino supere las 10.000 pistas en 2025, lo que lo consolidaría como la segunda potencia mundial, solo detrás de España, que cuenta con más de 15.000 canchas. Argentina, por su parte, cuna de algunos de los mejores jugadores de la historia como Fernando Belasteguín, se mantiene como el tercer país con más infraestructura, con más de 7.000 canchas.
El pádel se diferencia de otros deportes de raqueta por la naturaleza de su juego: la cancha es un tercio más pequeña que una de tenis, lo que reduce la necesidad de grandes desplazamientos y fomenta ‘rallies’ (secuencia de golpes entre los jugadores durante un punto, hasta que se gana el punto o se comete un error) más largos y divertidos.
Las paredes de vidrio y la red más baja añaden un componente estratégico único, convirtiendo el deporte en una actividad accesible para todas las edades y niveles de habilidad. Esta facilidad de aprendizaje, combinada con su fuerte componente social (se juega siempre en parejas), es lo que ha impulsado su crecimiento mundial y, de manera particular, en Colombia.
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Se podría afirmar que el pádel ya no es una simple moda pasajera. En Colombia se ha consolidado como un sector económico en crecimiento, atrayendo inversiones y creando pequeñas comunidades que combinan deporte y negocios de manera excepcional. Y, a medida que más jugadores se vayan sumando a este fenómeno, el país podría empezar a consolidarse como un líder indiscutible y un referente de este deporte en América Latina.