A casi dos años del inicio del cobro de los impuestos saludables en Colombia, incluidos en la primera reforma tributaria del Gobierno Petro, un balance del centro de estudios económicos ANIF revela que su recaudo ha venido aumentando con el tiempo.
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Los impuestos saludables se aplican a bebidas azucaradas (jugo de fruta, té, agua saborizada y gaseosa) y alimentos ultraprocesados y/o con alto contenido de azúcares añadidos, sodio o grasas saturadas (alimentos fritos de paquete, chocolates, mermeladas, salsas preparadas, helados, etc.).
El informe de ANIF revela que, en 2024, por este concepto se recaudaron $2,9 billones, equivalentes al 1,1 % del total del año. Y en los cinco primeros meses de 2025 se han recogido $1,6 billones: $288.000 millones por las bebidas azucaradas y $1,3 billones por los alimentos ultraprocesados.
“Esto significa que hasta mayo de este año estos impuestos aportaron cerca del 1,3 % del recaudo total ($127 billones); frente al mismo periodo del año anterior esto representó un crecimiento del 24,9 % ($319.000 millones)”, señaló el centro de pensamiento.
En noviembre de 2023 comenzó el cobro con tarifas progresivas; este año las tasas alcanzaron su plena aplicación. Además, a partir de 2026 el valor de la vigencia anterior se ajustará cada año en el mismo porcentaje en que se incremente la Unidad de Valor Tributario (UVT).
Desde el nacimiento de la propuesta se argumentó que en Colombia hay un alto consumo de bebidas azucaradas, frituras, productos de paquete y golosinas entre niños, niñas y adolescentes, con prevalencias superiores al 80 % en la mayoría de estos grupos, según ANIF.
La Encuesta Nacional de Calidad de Vida (ECV) del DANE deja ver que aproximadamente 21 millones de personas (41 %) consumieron alimentos de paquete al menos una vez por semana en el país y cerca de 28 millones (54 %) reportaron ingerir bebidas azucaradas en el mismo periodo para 2024.
Estos productos se consideran perjudiciales para la salud, por lo que varios han países han ido adoptando el compromiso de implementar políticas de salud pública para desincentivar su consumo ante actores como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
De hecho, uno de los objetivos de la iniciativa fue combatir la obesidad debido a que el 56,5 % de la población adulta entre 18 y 64 años sufre de sobrepeso en Colombia, según cifras de la Encuesta de Seguridad Nutricional (ENSIN). Sin embargo, también era importante su contribución al recaudo fiscal.
Impuestos saludables lograron desincentivar el consumo
Una de las críticas de los analistas a los impuestos saludables fue la evidencia internacional de que el consumo de productos ultraprocesados bajaba tan pronto se establecía el tributo, pero, con el tiempo volvía a repuntar, por lo que no resolvía el problema de los costos públicos por enfermedades crónicas y mayor demanda de servicios de salud, como ocurrió en México.
De acuerdo con ANIF, hasta ahora se ha observado una disminución en el consumo diario de los productos gravados, mientras el consumo de baja frecuencia (una o dos veces a la semana) ha aumentado, lo que indicaría que al menos algunas de las personas que antes consumían estos productos cada día ahora los consumen ocasionalmente.
Después de la introducción del impuesto, el consumo diario de bebidas azucaradas en jóvenes entre los 12 y 28 años bajó del 24,6 % en 2022 al 22,6 % en 2024 y para el grupo de 29 a 44 años la disminución fue más pronunciada, cayendo de 24,9 % a 19,2 %. Sin embargo, el consumo esporádico aumentó para ambos casos.
En su momento, el debate en el Congreso de la República generó una amplia gama de argumentos que reflejan las tensiones entre objetivos de salud pública, consideraciones económicas y principios de equidad social.
Particularmente, los expertos consultados argumentaron que los impuestos saludables podrían vulnerar el principio constitucional de igualdad al establecer tarifas fijas homogéneas para todos que terminarían siendo barreras de acceso para personas de bajos ingresos, que resultarían más afectados proporcionalmente, sin mencionar que son quienes más consumen estos productos.
Aun así, por ahora, a pesar de que se observan cambios diferenciados en los patrones de consumo por nivel de ingreso, la proporción de personas que reportan consumir bebidas azucaradas y alimentos fritos de paquete todos los días cayó principalmente en el quintil con menos ingresos, con -2,4 pp y -4,1 pp, respectivamente.
Esto llevó a ANIF a concluir que estos impuestos no son una solución suficiente para los problemas de salud pública asociados al consumo de los alimentos ultraprocesados y bebidas azucaradas y sugirió integrar estas medidas con componentes educativos, regulatorios y de promoción de alternativas saludables.