En las últimas semanas, la advertencia de varios codirectores del Banco de la República sobre la posibilidad de que sea necesario subir las tasas de interés ha ganado fuerza al punto que una de las oficinas de investigaciones económicas ajustó sus proyecciones al alza.
El director de Investigaciones Económicas del Banco de Bogotá, Camilo Pérez, reveló este martes durante la presentación de tendencias financieras para 2026 que hay una probabilidad del 50 % de que la Junta Directiva opte por subir las tasas de interés en la sesión del viernes 19 de diciembre en 25 puntos básicos (pb), lo que implicaría devolverla al 9,50 % de finales de 2024.
De no ocurrir el próximo mes, estiman con alta probabilidad que el ajuste al alza tendría lugar en enero de 2026. De hecho, proyectan que esta decisión se replicará en los meses consecutivos (marzo y abril), buscando controlar las expectativas de inflación previo a las elecciones, que estarían empujadas por un incremento del salario mínimo de dos dígitos.

«Lo que estamos esperando hoy en día realmente es que empiecen a aumentar las tasas de interés del banco central tan pronto como en enero y estamos esperando tres aumentos consecutivos, enero, marzo y abril, justo para evitar llegar a las elecciones con ese ruido adicional. Pero, incluso, existe cierta probabilidad de que ese ajuste se dé tan pronto como en el mes de diciembre, porque como va a haber un aumento salarial elevado y hay un comportamiento desfavorable de la inflación y sus expectativas», detalló el experto, al tiempo que dijo que se irían graduando «poco a poco y con precisión» los ajustes que se requieren.
Esta nueva postura rompe con el consenso que, hasta hace poco, esperaba recortes de tasas en la segunda mitad del año 2026.
La tasa de intervención se ha mantenido inalterada por cuatro sesiones consecutivas desde abril de este año, por lo que actualmente es del 9,25 %.
De acuerdo con Camilo Pérez, lo que está ocurriendo con la inflación «cambia toda la película en tasas de interés», pues el indicador ha sido persistente, sobre todo en las variaciones de los precios de los servicios, que son más o menos la mitad de la canasta de consumo. La entidad financiera estima que en diciembre de 2025, el IPC cambiaría un 5,3 % respecto al año anterior y en 2026 cerraría en 4,4 %, lo que significa que se completarían seis años por fuera de la meta del banco central (3 %).
El vocero advirtió que la inflación seguiría siendo un problema en 2026 si el Gobierno opta por un aumento del salario mínimo de dos dígitos, pues por cada punto adicional en el incremento, la inflación del siguiente año sería entre 10 y 20 puntos básicos más alta a la estimada inicialmente. El Banco de Bogotá se ha inclinado por un ajuste del 12,4 % para llegar a una cifra redonda de $1,8 millones mensuales, con un rango de opciones entre 10 % y 12 %. De ser así, Colombia tendría para 2026 el mayor ajuste a la remuneración básica en 45 años de historia.
Indicadores que parecen buenos, pero ocultan problemas
De acuerdo con los cálculos del Banco de Bogotá, la economía está creciendo «relativamente bien». En el tercer trimestre, el PIB se expandió un 3,6 %, el mejor dato desde la pandemia. Este crecimiento, según Camilo Pérez, es «mucho más fuerte de lo que se ve en la superficie» y está impulsado principalmente por la demanda interna, con el consumo de los hogares aportando tres puntos y el gasto público más de dos puntos al total.
En consecuencia, la entidad financiera revisó ligeramente al alza la proyección de crecimiento para 2025 de 2,7 % a 2,8 %. Sin embargo, el director de Investigaciones Económicas advirtió la tendencia a futuro podría ser insostenible, ya que el crecimiento potencial de Colombia se estima bajo (entre 2,5 % y 3 %) debido a los bajos niveles de inversión.
En la presentación también se destacó que el mercado laboral se mantiene favorable, con el desempleo a la baja y cerca de mínimos históricos. Esto se debe en parte a que los servicios, un sector intensivo en mano de obra, están creciendo más que otros sectores tradicionales.
En contraste, la tendencia de la inversión ha sido desfavorable y está perdiendo participación en la economía, ubicándose alrededor del 17 % del PIB. En el caso de las empresas está limitada, su capitalización se limita a lo necesario para operar y satisfacer la actual demanda de los hogares, según Pérez, quien atribuyó esta dinámica a la incertidumbre y las decisiones de política pública, especialmente en infraestructura y sectores como el minero y petrolero.
Algo similar ocurre en el panorama fiscal. Según el Banco de Bogotá, a pesar del bajo recaudo tributario, es probable que el gobierno cumpla o supere su meta de déficit fiscal para este año (presupuestado originalmente en 7,1 % del PIB). No obstante, la composición del déficit no será satisfactoria, ya que el espacio generado por la reducción del pago de intereses (gracias a factores como una menor tasa de cambio y una mejor gestión de deuda) se está utilizando para mayor gasto público.
Adicionalmente, el gobierno se ha endeudado localmente como nunca antes en la historia. La emisión de títulos de corto plazo (TCO) está presionando al alza las tasas de interés de corto plazo. De hecho, se registra un récord histórico de casi $100 billones de deuda adicional mediante pagarés con entidades públicas
Pérez destacó que a diferencia de otras economías latinoamericanas que corrigieron su gasto pospandemia, Colombia no ha logrado contenerlo.
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