La codirectora del Banco de la República, Bibiana Taboada, advirtió que este año, a pesar de la estabilidad de las tasas de interés, la inflación no solo no ha disminuido, sino que se ha incrementado, llevando a la preocupación de que mantener las en su nivel actual pueda no ser suficiente.
Por ello, señaló que para lograr la meta de inflación en un horizonte cercano es necesario actuar pronto, ya que los efectos de la política monetaria en los precios se manifiestan con rezagos de un año o más.
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En entrevista con Valora Analitik, la economista se refirió al desempeño de la economía y particularmente a los factores que la han impulsado, así como al papel del banco central frente a los choques de oferta y a la posibilidad de que se suban las tasas de interés.
¿Coincide con algunos analistas en que este año el país podría crecer por encima del 3 % ahora que sabemos que en lo corrido del año el PIB se ha expandido un 2,8 %?
El pronóstico que tenía el equipo técnico del banco para el tercer trimestre de este año era del 3 % y el dato observado fue del 3,4 %, una sorpresa al alza, una noticia positiva para el país. Para el cierre de año se tenía previsto un crecimiento del 2,6 %, según el último Informe de Política Monetaria. Yo creo que es posible que ese dato o esa expectativa se revise un poco al alza, teniendo en cuenta este último resultado. Ahora bien, este crecimiento de la economía es muy distinto al que teníamos antes de la pandemia, está impulsado sobre todo por el consumo privado, desde hace ya unos años, y por el consumo público que tiene un dinamismo inesperado en el periodo reciente.
¿Cómo se explica que en medio del crecimiento económico la inversión no despega, la inflación permanece lejos de la meta, las tasas de interés son altas respecto a otros países de la región, hay problemas fiscales, etc.?
Es importante tener en cuenta que los datos agregados son buenos, pero ocultan una heterogeneidad en los componentes importante: por el lado de la demanda interna hay un crecimiento destacado, impulsado por el consumo, que es muy dinámico, versus una inversión que aún se mantiene en niveles bajos; por el lado de la demanda externa hay un aporte negativo al crecimiento porque las importaciones se están incrementando mucho más que las exportaciones, lo que muestra que la economía nacional no puede proveer todo lo que le están demandando.
En el tema fiscal, sin duda el déficit y un consumo público que se está acelerando están generando un impulso importante a la demanda interna. Eso está ocurriendo en un contexto en donde la economía y el mercado laboral ya estaban creciendo, y donde la inflación permanecía arriba de la meta. Tenemos una política fiscal expansiva y procíclica, es decir, que ocurre en un momento en donde ya el consumo de los hogares era muy alto y las importaciones estaban creciendo de manera acelerada y mucho más allá que las exportaciones. Esto es diferente a cuando la política fiscal expansiva ocurre en un momento en que la economía se está contrayendo, como fue en la pandemia. Entonces, queda uno con dudas de si esa expansión fiscal es necesaria en este momento.
¿El banco central debe o no reaccionar cuando hay choques de oferta?
Cuando esos choques de oferta son varios, son recurrentes u ocurren en momentos en donde la inflación ya lleva tiempo por encima de la meta, tienen impactos amplios. Hoy, el 60 % del IPC está creciendo a tasas iguales o mayores a la meta.
Para evitar justamente que esos choques de ofertas se expandan a toda la economía y afecten las expectativas de inflación, el banco tiene que reaccionar. No es correcto afirmar que ante los choques de oferta el banco central no debe hacer nada. Si el choque de oferta es lo suficientemente grande y si ha permeado de manera considerable la economía y las expectativas de inflación de los agentes, el banco tiene que actuar para reanclar esas expectativas.
¿Qué implicaciones tiene esa situación actual para la política monetaria?
Ahí hay un reto en el sentido de que deberíamos propender porque la política macroeconómica fuera contracíclica, es decir, expandirse en momentos de crisis y contraerse en momentos de auge y no estamos viendo eso del lado fiscal. La implicación que tiene esta situación es que a la política monetaria le toca asumir todo el ajuste, eso es lo que ha pasado en los últimos años, sobre todo este año y el pasado.
Ese gasto fiscal procíclico, por un lado, está generando un impulso mayor a la demanda, lo cual es inflacionario; por otro lado, genera preocupación que la sostenibilidad de las finanzas públicas se ponga en duda.
Si estuviéramos gastando de más en una coyuntura muy particular y no tuviéramos niveles de deuda elevados y supiéramos que en el futuro vamos a corregir ese déficit, la situación sería diferente. Pero si no damos señales de que queremos corregir el déficit a futuro y asegurar la sostenibilidad de las finanzas públicas, eso genera otras implicaciones, como un aumento en la prima de riesgo país.

Foto: Banco de la República.
¿Qué pasa si el Gobierno no limita el ritmo de gasto que trae? ¿Entra el BanRep a compensar?
Ante estas circunstancias, la política monetaria ha reaccionado de manera cautelosa. Durante este 2025, contrario a lo que hubiéramos querido y a lo que pensábamos que íbamos a poder hacer hace un año, no hemos podido bajar la tasa de interés prácticamente, pensando en que necesitamos una política aún restrictiva para asegurar que la inflación baje. Tuvimos una reducción de 25 puntos básicos en abril, pero a partir de ahí nos hemos tenido que quedar quietos con una tasa alta en 9,25 %.
Pero este año la inflación no ha bajado, incluso se ha incrementado en los últimos meses. En este contexto, algunos comenzamos a preguntarnos si la estabilidad de tasas va a ser suficiente para que la inflación retome su senda descendente, si basta con quedarnos quietos o si necesitamos hacer algo más. Los datos recientes parecerían indicar que quedarnos quietos puede no ser suficiente.
¿La situación que estamos viendo ahora podría ser peor si el año pasado no se hubieran tomado las decisiones que se tomaron? Y hacia adelante, ¿qué efectos debería tener la política que ha tomado la mayoría de la Junta de mantener las tasas inalteradas?
Eso es algo que es difícil de comunicar, pero que es muy importante: lo que ocurre hoy es en parte resultado de las decisiones que tomamos el año pasado e incluso el año antepasado. Si hubiéramos relajado la política monetaria más rápido, seguramente tendríamos niveles de inflación más elevados y acelerándose a mayores tasas.
Justamente, si queremos lograr la convergencia de la inflación a la meta en un horizonte cercano, si queremos pensar en dónde debe estar la inflación al finalizar el próximo año, tenemos que actuar ya porque en precios los rezagos pueden ser de un año o más.
Usted dice que la política monetaria es cautelosa, pero hay mucha presión por parte del Gobierno para que no sea así. ¿Cómo se logran tomar decisiones contractivas en medio de quienes insisten en que es posible y necesario bajar las tasas?
Por su naturaleza de ser un cuerpo colegiado y relativamente numeroso, es natural que haya opiniones diferentes al interior de la Junta. En su seno discutimos esas esas opiniones. El trabajo del equipo técnico es fundamental el para guiar nuestras discusiones. Los insumos que ustedes conocen en el Informe de Política Monetaria son clave para la toma de las decisiones, son el soporte técnico que muchos tomamos como base del estudio que hacemos para cada reunión.
Dentro de esos análisis que hace el equipo técnico ha ido tomando cada vez más relevancia el análisis de riesgos. Dada la incertidumbre que ha caracterizado todos estos factores de la economía local y global después de la pandemia, la política monetaria ha tenido un enfoque de gestión de riesgos más fuerte.
Usted tuvo la posibilidad de estar en la Junta del banco cuando se incrementaron las tasas después de pandemia. ¿Qué tanto el ambiente que hay en este este momento y la coyuntura económica del país se prestan para que se decida subir las tasas de interés si es necesario?
Yo llegué aquí en 2021 y las decisiones relacionadas con la pandemia ya se habían tomado. A mí me tocó el momento en el que decidimos comenzar a subir las tasas, cuando la economía inició su recuperación de manera muy acelerada. La política contracíclica amarra las riendas de la economía para que esta no crezca de manera insostenible y no se genere inflación.
Lo que creo es que las decisiones que ha tomado la Junta por mayoría reflejan el compromiso con que se retome el rumbo decreciente de la inflación y se implemente la política monetaria que se necesite para ello. Los datos que salen día a día van confirmando o dando más elementos de juicio para saber justamente cuál debe ser la temporalidad y dirección de esas nuevas decisiones.
¿Cómo ha visto la intención de este gobierno de poder darle prioridad al tema social? ¿Se ha hecho de la manera correcta en su opinión de experta en desarrollo?
Lo primero es que el desarrollo social sin duda requiere de la estabilidad macroeconómica. No hay nada más social que la inflación baja y estable. De hecho, si uno mira eh caídas recientes de pobreza en buena medida están explicadas por la caída de la inflación, después de subir en años posteriores a la pandemia. Cuando la inflación de alimentos sube, por ejemplo, muchos hogares pueden caer en situación de pobreza porque sus ingresos no les alcanzan para comprar la canasta básica, que tiene un alto componente de alimentos.
Además, de nada nos sirve crecer de manera acelerada si ese crecimiento no es sostenido, si no está soportado en una capacidad productiva mayor y terminamos con mayores precios, mayores importaciones, mayores debilidades que tarde o temprano terminen en inestabilidad o contracción de la economía. De nada nos sirve dejar de ser pobres por unos días si después vamos a ser pobres por más tiempo. La estabilidad macro también es fundamental porque permite un buen desempeño del mercado laboral y los hogares pobres no tienen muchos más ingresos que sus ingresos laborales.
Yo venía de trabajar en temas sociales desde el punto de vista micro. Los programas, por ejemplo, de transferencias monetarias condicionadas que ya tienen en Colombia más de 20 años, también han tenido un rol fundamental en la reducción de pobreza en el país.
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