Al cierre de 2025, América Latina consolidó un balance positivo en materia de inversión, desafiando un entorno global caracterizado por la desaceleración económica y la volatilidad.
Según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la Inversión Extranjera Directa (IED) en la región alcanzó los US$226.000 millones, lo que representa un crecimiento del 8 % en comparación con el año anterior.
Este dinamismo ha sido liderado por sectores estratégicos que están rediseñando el panorama productivo regional: la energía, la minería y la tecnología.
De acuerdo con María Agustina Patti, estratega de mercados financieros para Latinoamérica en Exness, este desempeño es el resultado de un «interés y cautela» por parte de inversionistas que buscan oportunidades de diversificación y transparencia en un contexto de presiones fiscales y fluctuaciones cambiarias.
El informe destaca que la región ha sabido capitalizar tendencias globales como la transición energética y la relocalización industrial o nearshoring. El auge en los sectores de minería y energía no solo ha atraído capital, sino que ha generado un efecto multiplicador en servicios industriales, transporte y logística, incrementando la demanda de maquinaria y soluciones tecnológicas avanzadas para la exportación de materias primas.
Además, el fortalecimiento de los ecosistemas locales ha sido fundamental. El rol de las plataformas digitales y las empresas fintech ha facilitado el acceso a los mercados globales, permitiendo que el dinamismo financiero trascienda las industrias extractivas y se refleje también en una mejora de las herramientas de cobertura cambiaria.
Proyecciones para 2026: Un horizonte de estabilidad
Hacia el año 2026, las perspectivas para América Latina se mantienen sólidas, según el análisis de Exness. Se espera que la región se perfile como un mercado de grandes oportunidades, impulsado por la consolidación de proyectos de energías renovables, la digitalización de servicios y la maduración de la normativa financiera.
Los analistas prevén que el flujo de capital se dirija hacia instrumentos diversificados como materias primas, monedas y acciones, especialmente en aquellas economías con políticas más previsibles. La tendencia apunta hacia portafolios más conservadores y sustentables, priorizando proyectos con un alto impacto productivo.
Para capitalizar estas oportunidades en el próximo año, el informe de Exness subraya que la gestión disciplinada del riesgo y la adaptabilidad serán factores determinantes para los inversionistas.




