Durante el Congreso de Alacero, Ezequiel Tavernelli, director ejecutivo de la Asociación Latinoamericana del Acero, planteó en conversación con Valora Analitik una reflexión importante: el mundo está mirando hacia América Latina por su enorme potencial de crecimiento en consumo e infraestructura, pero el reto es demostrar que la región está preparada para aprovecharlo.
“El mundo desarrollado consume en promedio 800 kilos de acero por habitante al año. En su momento, países como China o Corea del Sur superaron los 1.000 kilos”, explicó Tavernelli.
Y agrega: “En América Latina, el promedio apenas llega a 100 kilos por persona, con México como única excepción, rozando los 200. Colombia, Brasil y Argentina podrían duplicar su consumo si impulsaran más infraestructura: metros, autopistas, rutas, puertos, aeropuertos; esos son los kilos por habitante que nos faltan”.
El ejecutivo enfatizó que la región aún importa cuatro de cada 10 kilos de acero que consume, y buena parte de ese volumen proviene de China, con fuertes subsidios estatales. “Eso refleja que, aunque tenemos el potencial, aún no somos autosuficientes”, advirtió.
La sobrecapacidad global y el dominio chino
En su análisis, Tavernelli explicó que la presión de importaciones responde a una sobrecapacidad global de producción de acero, impulsada principalmente por China.
“China tiene una capacidad instalada de entre 1.180 y 1.200 millones de toneladas, pero solo consume entre 800 y 900 millones. El mundo entero consume 1.800 millones, y ellos producen más de la mitad”, detalló.
Esa sobrecapacidad, estimada en 650 millones de toneladas en 2024, crecerá a 720 millones para 2027, una cifra que equivale a 12 veces la producción total de América Latina, que ronda los 50 millones. “Imagínate lo que significa competir con eso. No es una competencia normal de mercado”, señaló.
Según Tavernelli, el modelo chino se basa en mantener su industria activa a cualquier costo, incluso vendiendo por debajo del precio real. “Necesitan sostener el empleo y el crecimiento interno. Pero eso tiene un costo para nosotros: nos quitan industria y nos quitan empleo”, advirtió.
Latinoamérica: de industrial a “primarizada”
El director de Alacero lanzó una advertencia: “Latinoamérica se está desindustrializando. O como decimos en español, nos estamos primarizando. Esa palabra no tiene traducción en inglés, pero describe perfectamente lo que pasa”.
De acuerdo con datos de Alacero, la región ha perdido cuatro puntos del PIB industrial desde los años 90, con caídas especialmente fuertes en potencias como Brasil (–7 puntos) y Chile (–7,8 puntos), donde incluso empresas históricas han tenido que cerrar.
“Hace 20 años, el 54 % de las exportaciones de Latinoamérica eran productos manufacturados. Hoy, solo el 47 %. Exportamos soja, cacao, cobre o petróleo, pero importamos carros, lavadoras y refrigeradores. Estamos dejando de producir valor agregado, y eso es lo que más nos debería preocupar”, expresó.
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“Cuando un país pierde industria, pierde soberanía. Sin acero no hay puertos, aeropuertos, carreteras ni defensa. El acero es la base del desarrollo y de la independencia económica”, agregó.

La importancia de nivelar la competencia
Para el ejecutivo, la solución pasa por una sola cosa: “nivelar la cancha”.
“Tenemos la tecnología, tenemos inversiones, pero necesitamos condiciones justas. En una cancha nivelada, podemos ganar el partido”, afirmó.
Tavernelli destacó que en la región ya se están haciendo inversiones importantes, como en México, donde se construye el horno eléctrico más moderno de América Latina, con capacidad de más de 2 millones de toneladas anuales, preparado para operar con gas natural e incluso hidrógeno verde en el futuro.
“Latinoamérica tiene una matriz energética privilegiada: el 69 % de su energía es renovable, mientras que el promedio mundial apenas supera el 33 %. Tenemos lo que el mundo busca y no tiene”, subrayó.
China produce en 11 horas lo que Colombia en un año
Para dimensionar la desigualdad del escenario, Tavernelli compartió una comparación impactante.
“China produce en solo 11 horas lo que Colombia produce en un año, y en 20 días lo que toda Latinoamérica produce en 12 meses. Esa es la desventaja con la que jugamos. Por eso, si no establecemos reglas claras, no hay forma de subsistir frente a un país que ya tiene decidido tomar el mercado latinoamericano”.
El directivo recordó que Estados Unidos y Europa ya tomaron medidas fuertes, elevando aranceles y controlando la entrada de acero subsidiado. “Ellos entendieron que no se trata de cerrarse, sino de defender su industria. Nosotros debemos hacer lo mismo”, puntualizó.
El caso del Metro de Bogotá: una advertencia
Tavernelli aprovechó el congreso para ejemplificar con un caso cercano: el Metro de Bogotá.
“Bogotá está haciendo un metro después de tantos años, pero los trenes y buena parte de la obra provienen de China. Eso significa que el empleo, la tecnología y el conocimiento se quedan allá”, explicó.
“Si el acero, los soldadores y los constructores fueran colombianos, el país quedaría con una base industrial y con experiencia para nuevos proyectos. Pero si todo se hace afuera, después del metro solo quedará la deuda”, agregó.
El riesgo de la calidad y la seguridad estructural
Más allá del impacto económico, Tavernelli advirtió un riesgo aún más delicado: la calidad estructural del acero importado.
“¿Qué control tenemos sobre el acero chino que llega a Colombia? ¿Qué garantía hay de que cumpla las normas antisísmicas?”, cuestionó.
“El acero puede tener el mismo color o diámetro, pero si no cumple con la composición química adecuada, un edificio podría colapsar tras un sismo. Lo barato puede salir muy caro”, afirmó.
El director de Alacero concluyó la entrevista con un llamado a los gobiernos de la región: “No se trata de pedir proteccionismo, sino de pedir justicia. Colombia no necesita esperar a nadie para tomar decisiones. Puede aplicar medidas de defensa comercial y proteger su acero, que es uno de los mejores de la región”.
“Lo importante es tomar la decisión política. Las cámaras empresariales, como la ANDI, ya tienen los estudios y documentos listos. Solo falta voluntad. Si no lo hacemos ahora, corremos el riesgo de perder no solo industria, sino soberanía y futuro”, concluyó.




