Un minuto y 20 segundos. Eso le tomó a la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) confirmar que no hubo ofertas para el megaproyecto para recuperar la navegabilidad del río Magdalena.
Este baldado de agua frío se dio casi cuatro años después de que Iván Duque asumiera la Presidencia y anunciara que esta sería una de sus banderas en el sector.
En ese momento, el Gobierno comenzó un proceso de estructurar una nueva asociación público – privada (APP). Lea más Noticias de Infraestructura.
La idea era tener un proyecto mejor al que había dejado la administración anterior y retomar los trabajos para recuperar la navegabilidad, paralizados por años por cuenta del escándalo de Odebrecht.
Para esto, se contó con el apoyo y acompañamiento de entidades como BID Invest, Durán & Osorio, Ernst & Young, Environmental Resources Management (ERM) y Royal HaskoningDHV, así como la Universidad del Norte y el Instituto Alexander von Humboldt.
Explicaciones
A pesar de lo anterior, el proceso se declaró desierto y dejó en el aire la posibilidad de retomar la APP del río Magdalena.
Según la ANI, en este resultado pesó “la creciente crisis de la economía mundial, particularmente por la volatilidad de los precios de los combustibles, cuya variación debía ser asumida por el futuro concesionario”.
Asimismo, agregó que estuvo relacionado con el incremento en la percepción de riesgo de parte de compañías aseguradoras.
Algo diferente opinan los gremios del sector portuario, para los cuales la culpa está netamente en el contrato diseñado por el Ejecutivo.
Desde la Asociación de Puertos del Atlántico (Asoportuaria) fueron enfáticos en decir que, en este caso, la solución habría sido peor que la enfermedad.
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Por un lado, Clemente Fajardo, presidente del consejo directivo del gremio, dijo que esto fue consecuencia de un proyecto mal estructurado y que era inviable.
«Ese proyecto mediocre no tenía cierre financiero; en buena hora no vio la luz«, afirmó a medios.
En tanto, Lucas Ariza, director ejecutivo de Asoportuaria, le aseguró a Valora Analitik que “esto ha sido definitivamente un fracaso”.
Si bien dijo que para los portuarios no es el fin del mundo, dejó claro que no se podrá repetir esta historia, ni tomarse otros cuatro años para sacar un proyecto que es clave para la región Caribe.
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A propósito, señaló que, de aquí en adelante, Barranquilla deberá tomar mucho más protagonismo en las decisiones que se tomen en un futuro proyecto de APP del río Magdalena.
Soluciones, a la vista
Este mismo mensaje se lo entregó Asoportuaria a la Alcaldía de Barranquilla, que desde ayer mismo se puso al frente de la situación, una vez se conoció el desenlace del proceso de licitación.
De hecho, el alcalde Jaime Pumarejo envió un mensaje de tranquilidad frente al futuro del río Magdalena y la Zona Portuaria de Barranquilla.
“Lo importante es que el puerto es un sistema que comprende muchas empresas portuarias, (tiene) un gremio fuerte y cuenta con el respaldo de la Alcaldía para hoy decir que el puerto seguirá creciendo, será sostenible y seguirá atendiendo las demandas de Barranquilla y el mundo”, afirmó.
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En todo caso, fue directo en decir que es momento de buscar un plan B a este mecanismo fijado por el Gobierno Nacional, porque podía preverse que ninguna empresa se presentaría a esta APP.
“Veníamos trabajando con el sector portuario para ver alternativas en caso de no presentarse ofertas, que era una posibilidad”, aseguró.
Y agregó: “Las propuestas ya las compartimos con el Gobierno y esperamos que la próxima semana tengamos una hoja de ruta para definir el futuro del puerto y el canal de acceso”.
En su concepto, esta deberá incluir obras de mantenimiento del canal de acceso al puerto de Barranquilla y estudios periódicos y a largo plazo sobre el río, así como obras rígidas y de dragado.
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Con esto buscan garantías para que haya una operación normal en el corredor fluvial más importante de Colombia.
Este punto es fundamental, ya que -según Asoportuaria- en los cuatro años del gobierno Duque se invirtieron $309.000 millones en campañas de dragado.
No obstante, apenas en 316 días de este tiempo (menos de un año) hubo calados superiores a 9,8 metros.
Incluso, se registraron profundidades de 6,2 metros, las más bajas en 30 años, que obligaron a cerrar la zona portuaria, tal y como recoge Fajardo en una columna de opinión.
